
La Biblioteca Pública Carlos E. Restrepo recibió reconocimiento por su trabajo en la localidad Antonio Nariño
Por: María Camila Aguilera Garzón
El pasado 16 de agosto se generó el primer reconocimiento a las organizaciones artísticas y culturales de la localidad Antonio Nariño, citado por el Concejo de Bogotá, la ceremonia se llevó a cabo en el Teatro Villa Mayor como un reconocimiento al trabajo y esfuerzo de los grupos artísticos y culturales que se han organizado en la localidad para llevar un poco de conciencia social, ambiental y cultural a través del arte, la cultura y el patrimonio, en donde se resaltó la Huerta Comunitaria La Siempre Viva, liderada desde la Biblioteca Pública Carlos E. Restrepo por la mediadora de programación Yury Paola Ricaurte Murillo.
El interés y la necesidad de consolidar un espacio de huerta en la Biblioteca nació en 2019, antes de la pandemia, cuando un grupo de bibliotecarias vieron en la terraza de la biblioteca, que era utilizada como depósito, una oportunidad para crear un espacio de encuentro para la comunidad. Con el aislamiento obligatorio por el Covid 19, el proceso se detuvo, pero en 2021 se reactivó con nuevas actividades y lenguajes artísticos. Desde entonces, la huerta se consolidó como un espacio en el que se combina la siembra, la literatura, la música, el teatro y la danza.
El nombre tiene un profundo significado. Fue elegido en memoria de un feminicidio ocurrido en la localidad, como una manera de acompañar a la familia y de enviar un mensaje de resistencia para las mujeres de Antonio Nariño. “Decidimos que debíamos estar siempre vivas: sembrando, bailando, cantando y fortaleciendo los saberes que nos han dejado nuestros ancestros”, comenta Yury Paola Ricaurte, mediadora de la biblioteca.
En estos cuatro años, la huerta ha generado procesos que han trascendido sus paredes. Uno de ellos es el Recetario para sanar la vulneración de los derechos culturales, “un compilado de sensibilidades, experiencias y enseñanzas de las mujeres de esta colectividad para promover el ejercicio y la garantía de los derechos culturales a partir de una analogía con el cuidado mediante el uso de las plantas medicinales”.
También se ha convertido en un laboratorio abierto en el que se experimenta con plantas, compostaje y cultivos, involucrando a colectivos artísticos, huertas del territorio y bibliotecas comunitarias.
Hoy la huerta es un lugar de encuentro para la comunidad. “Aquí nunca decimos no, siempre y cuando sea para el acceso al conocimiento y al aprendizaje. Es un laboratorio donde todo se prueba, donde se aprende tocando, oliendo y sembrando”, comenta Paola.
El trabajo se sostiene con un grupo base de aproximadamente 15 personas que se reúnen cada miércoles, pero también con el apoyo de la llamada “huerta itinerante”, en la que participan compañeros de otras bibliotecas de BibloRed y vecinos que, aunque no asisten de manera constante, aportan con abonos, semillas y materiales.
Para Paola, esto no solo destaca su liderazgo, sino el de toda la comunidad que acompaña esta iniciativa: “La huerta reafirma que los lenguajes artísticos deben estar al servicio de la humanidad y que en todas las etapas de la vida es posible tener experiencias culturales. Este reconocimiento nos abre puertas para hacer un trabajo pedagógico con las comunidades sobre la importancia de cuidar el planeta y de cuidarnos como seres humanos, dejando un mundo mejor para los niños que hoy crecen en las bibliotecas y en los territorios”.
La Huerta Comunitaria La Siempre Viva ya empieza a traspasar fronteras. Ha sido invitada a la Cumbre Mundial de Salud Mental que se realizará en octubre, gracias a su aporte en el cuidado de la salud y el bienestar a través de las plantas. Con este nuevo reto, el objetivo es convertirse en un referente nacional y continuar demostrando que desde las bibliotecas se pueden sembrar saberes, cultivar comunidad y fortalecer el tejido social.