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Diego Alejandro, usuario de la Biblioteca Pública Arborizadora Alta / Foto: BibloRed
Diego Alejandro, usuario de la Biblioteca Pública Arborizadora Alta / Foto: BibloRed

Diego Alejandro y su viaje transformador a través de la lectura y la filosofía

Jueves, Febrero 27, 2025 - 16:48
Descubre la historia de Diego Alejandro, un joven de las montañas del sur que transformó su vida tras un encuentro inesperado con la filosofía y las letras.

Por: Juan Camilo Useche
 

Diego Alejandro Romero, de 17 años y habitante del barrio Potosí en Ciudad Bolívar, recuerda que la primera vez que llegó a la Biblioteca Pública Arborizadora Alta fue acompañado por su abuelo, hace más de 10 años. “Lo acompañaba a consultar material y veía qué me gustaba. La biblioteca era muy bonita y llamativa, pero los libros no me atraían”, afirma Diego.

Entre sus anécdotas, destaca su primer acercamiento real a la lectura: “Recuerdo que llevé para mi casa “La Odisea” y leí las primera páginas, pero luego me aburrí y dejé de leerlo. Años después me di cuenta de que todavía lo tenía —un grave error, ya que otras personas podrían haberlo querido leer— así que decidí devolverlo.” Este episodio marcó el inicio de su aventura y le permitió comprender el valor de este espacio cultural.

Aunque en algún tiempo dejó de asistir, su regreso hace dos años se debió a una experiencia en el colegio. Fue en la clase de filosofía donde descubrió el gusto por la lectura, ya que los libros asignados como tarea fueron, poco a poco, conectando su curiosidad innata.


Diego Alejandro, usuario de la Biblioteca Pública Arborizadora Alta / Foto: BibloRed

Soy muy curioso y me gusta consultar autores en la web para luego leer sus obras en la biblioteca”, recuerda, haciendo alusión a sus primeras incursiones literarias con El Príncipe de Maquiavelo. Sin embargo, su pasión se consolidó en el estudio de la filosofía clásica, donde autores socráticos como Platón y Aristóteles eran sus favoritos.

Entre los libros que más lo han marcado resalta Ética para Amador de Fernando Savater [solicítalo en préstamo aquí], una obra que tocó sus fibras. “Para mí es muy especial porque el autor es contemporáneo y pedagogo. Lo leí por completo y pude extraer muchas máximas que me han orientado y me han ayudado a ser un poco más feliz”, cuenta Diego mientras sonríe.

Asimismo, destaca cómo la biblioteca le permitió ampliar sus horizontes: "Me permitió expandir mis vistas; se alumbró un mundo oscuro que no conocía, vinculado al conocimiento. Pero también, la literatura me permitió imaginar cosas que no son tangibles pero que pueden llegar a existir en mi cabeza.” Para él, “la filosofía es un modo de vida porque la aplico en mi día a día", un pensamiento que lo acompaña tanto en su formación académica —ahora que ha iniciado la universidad— como en sus actividades cotidianas.
 

Escucha un fragmento de Ética para amador desde la voz de Diego Alejandro Romero 

Más allá del conocimiento, calidad humana

No obstante, su vínculo con la biblioteca trasciende lo meramente académico. Diego valora la interacción cercana con el equipo de la biblioteca, con quienes ha forjado lazos más allá de la típica relación usuario–servidor. “La biblioteca es una oportunidad de interactuar con personas diversas, que te acogen y con quienes puedes conversar”, afirma con cariño, resaltando la importancia de este espacio como un sitio seguro y enriquecedor para el intercambio de ideas y experiencias.

Además, Diego expresa su deseo de contribuir activamente a este entorno, planteando la posibilidad de dictar un taller de lectura y escritura para fomentar el hábito lector entre los usuarios y usuarias. Al citar a Umberto Eco, “Los libros son una medicina”, Diego subraya que, aunque no todas las medicinas son precisas para todas las enfermedades, la biblioteca brinda la posibilidad de leer, ojear y apropiarse del material según los intereses de cada quien.

 

Diego Alejandro, usuario de la Biblioteca Pública Arborizadora Alta / Foto: BibloRed

La Biblioteca Pública Arborizadora Alta, según Diego, es el punto de partida de un viaje transformador que le ha permitido orientarse, reflexionar y soñar. Espera que este espacio siga siendo diverso y abierto para todo el público, facilitando la interacción y el aprendizaje dinámico. Para él, es un lugar donde “puedo llegar a entender o a ver la totalidad de lo que existe, desde un punto macro, de lo que nos ofrece el mundo a través de libros que nos hablan, llenos de ideas que en algún momento pueden llegar a cambiar el mundo y abrir ese campo de imaginación del ser humano.” 

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