Irene Vallejo: “Para mí las bibliotecas son los espacios más revolucionarios que existen en este momento”
“Gracias” fue la palabra con la que la autora de El infinito en un junco abrió y cerró una de sus primeras actividades en el marco de ‘Encuentro con el autor’ de FILBo Ciudad este jueves en la mañana. Decenas de personas privadas de la libertad de la Biblioteca Cárcel Distrital, entre las que hay más de 20 bibliotecarios, empezaron a interactuar con los libros expuestos en el centro de interés dispuesto para ella, mientras se acomodaba en el auditorio para esta jornada.
En su relato inicial hizo énfasis en cómo convirtió a los personajes de sus historias en su “cuadrilla” con una infancia en la que estuvo sola mucho tiempo como consecuencia del bullying que sufrió.
“He preparado y esperado este encuentro con especial emoción. Es una de las actividades más especiales e ilusionantes de este viaje a Colombia porque me fascina este mundo de las bibliotecas. Me siento como una aprendiz que, a través de la conversación con ustedes, va a tener una visión más profunda y honda de la manera en que los libros impactan en nuestras vidas”, dijo en sus primeras palabras para su público.
Esta jornada tuvo un enfoque multidisciplinario en el que, además de las ilustraciones y lecturas en voz alta, también le hicieron una interpretación musical. Ella comentó que la música le regaló una imagen del pasado cuando cerró los ojos y se transportó a su niñez en España cuando recorría las orillas del Río Duero en Soria.
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Por otra parte, en un encuentro más cercano con los bibliotecarios privados de la libertad, uno de ellos intervino para pedir un consejo y le dijo a la autora: “Cuando estaba en libertad yo no leía. Fue aquí dónde me enamoré de los libros y de cierta manera donde he podido liberarme ¿Qué consejo le podrías dar a una persona como yo que quiere empezar a escribir”. Para ella, escribir fue, es y será jugar; bajo esa lógica respondió e invitó a todas las personas privadas de la libertad a jugar y encontrar la voz propia en sus escritos.
En varios momentos de la mañana, Irene Vallejo se desbordó y no contuvo sus lágrimas que las personas privadas de la libertad le sacaron con la potencia de sus palabras. Uno de los momentos clave fue la interpretación poética con acompañamiento musical de Daniela, una mujer privada de la libertad que tituló su composición como Cielo y en la que anhelaba volver a ver el verde de la naturaleza y el sonido de las aves libres. Lo mismo sucedió cuando leyeron un manifiesto en pro de la enseñanza.
“Vivo esta experiencia con una enorme emoción. Destacaría un momento en el que una de las personas privadas de libertad dijo que cuando se posee tan poco, un libro puede ser verdaderamente importante o esencial y quizás eso es lo que diferencia a estos lectores de otros que yo puedo encontrar en las ferias del libro, la sensación de que los libros en una situación de privación significan más. Encontrarme aquí corrobora lo que siempre he sentido, que en los momentos difíciles es cuando más necesitamos la educación, cultura y creatividad”, apuntó la autora.
Fue en la Biblioteca Cárcel Distrital donde ella se sintió en deuda con los libros por todo lo que le han dado, como esta experiencia inédita en su carrera como una de las autoras más aclamadas en habla hispana. Con fanzines y poesías, que parecen simples creaciones, estas personas privadas de la libertad conmovieron a Irene y reflejaron la importancia de las bibliotecas en los espacios carcelarios.
“Para mí las bibliotecas son los espacios más revolucionarios que existen en este momento en nuestra sociedad. Los definiría como lugares donde se transforman vidas, que tienen una profunda dimensión social y uno de los pocos lugares que existen en nuestro mundo contemporáneo donde realmente creo que todo el mundo es bienvenido”, concluyó la escritora.
Sobre el final, Irene Vallejo invitó a que quienes la escucharon saciaran esa sed o hambre de historias que la llevó a escribir El infinito en un junto. Los instó a que en los momentos de soledad en la celda conformaran esa “cuadrilla” de personajes, que la ayudaron a sobrellevar su niñez cuando sufría matoneo.