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Conversatorio “Desafíos literarios de Bogotá” en FILBo 2025 / Foto: @Estemichael - BibloRed
Conversatorio “Desafíos literarios de Bogotá” en FILBo 2025 / Foto: @Estemichael - BibloRed

Desafíos literarios en Bogotá: una ciudad que escribe desde sus múltiples voces

Jueves, Mayo 8, 2025 - 17:18
La capital enfrenta desafíos urgentes para garantizar que sus historias diversas circulen, se lean y transformen la ciudad desde las particularidades de sus territorios.

- Bogotá no es solo una ciudad que lee. Es, ante todo, una ciudad que escribe. Una metrópolis que se expresa desde sus bibliotecas, barrios, localidades, montañas, humedales y esquinas urbanas. 

La literatura en Bogotá hoy está atravesada por la diversidad, el territorio y el deseo profundo de ser escuchada desde todos los rincones. Sin embargo, ese impulso creativo choca de frente con varios desafíos estructurales y simbólicos que deben ser atendidos para que Bogotá se consolide como una ciudad verdaderamente literaria y democrática.

En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025 (FilBo), se llevó a cabo el conversatorio “Desafíos literarios de Bogotá”, con la participación de Andrea Victorino, directora de Lectura y Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y BibloRed; la escritora Laura Acero; y Claudia Cañas Cardona, presidenta del Consejo Distrital de Literatura. El espacio, más que una exposición, fue un llamado urgente a repensar cómo circulan las palabras en esta ciudad, quiénes las escriben, quiénes las leen y, sobre todo, quiénes aún no tienen un lugar justo en el mapa literario.

Bogotá es una ciudad lectora y diversa, muy extensa, heterogénea y de muchos contrastes. La creación artística y la literatura han evolucionado: crece y avanza la oferta literaria en la capital, pero también emergen desafíos clave en torno a la producción editorial, la visibilización de autores locales, la democratización y el acceso a la cultura escrita, los procesos de formación, la circulación, la escritura y la edición comunitaria. Todos ellos son necesarios para construir una Bogotá más amable con la literatura.
 

Bogotá se escribe en muchas voces, pero aún no todas se escuchan


Uno de los puntos centrales de la conversación fue el reconocimiento de Bogotá como una ciudad que avanza y crece para disminuir la desigualdad en términos de acceso a la cultura escrita. Si bien existen esfuerzos institucionales como Libro al Viento, los laboratorios de co-creación ciudadana de BibloRed, la Política Pública LEO y propuestas comunitarias diferenciales como el Almanaque Bristal o la reciente librería literaria musicalizada en el municipio de Soacha, Ecos de Tinta, la distribución del capital simbólico y editorial aún se concentra en ciertas zonas. Hay localidades con fuerte presencia de librerías y lectores, mientras otras aún batallan por tener espacios mínimos de encuentro literario.

Pero más allá del acceso, el reto más complejo es simbólico: ¿puede tener la voz de un escritor de barrio el mismo peso que la de un autor consagrado? Según Andrea Victorino, directora de Lectura y Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y BibloRed, sí. Y no solo puede, sino que debe. "El ejercicio de derechos culturales que estamos haciendo desde las bibliotecas públicas de Bogotá busca que la voz del bogotano tenga el mismo valor que la de Gabriel García Márquez”. Esta afirmación, pone el foco en un tema clave: democratizar no solo el acceso al libro, sino también el derecho a ser autor, a tener lectores y a circular con dignidad por el ecosistema literario.

Lo comunitario, lo callejero, lo trans, lo migrante, lo femenino y lo contestatario están transformando lo que entendemos por “literatura bogotana”. Proyectos como el Almanaque Bristal reinterpretan el tradicional Bristol desde miradas transmasculinas y no binarias. O iniciativas como las expediciones bioculturales del Proyecto Bibliotecarios Comunes, de la estrategia Barrios Vivos de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, que mezclan oralidad, naturaleza y archivo, recuperando saberes locales desde el territorio, no desde el centro. Según Claudia Cañas, presidenta del Consejo Distrital de Literatura, “lo resume bien al afirmar que estamos frente a una oferta literaria amplia, sí, pero aún desbalanceada frente a la demanda real y diversa de la ciudadanía”.
 

Conversatorio “Desafíos literarios de Bogotá” en FILBo 2025 / Foto: @Estemichael - BibloRed
La escritora, Laura Acero, por su parte, insistió en un punto crucial no basta con recuperar la memoria literaria del territorio, también debemos preguntarnos qué futuro estamos imaginando desde la escritura. No podemos seguir creciendo como locos”, dijo, invitando a pensar la ciudad que se sueña desde la palabra. La literatura, más que un espejo del presente, debe ser una herramienta para esculpir el porvenir”.

En esa línea, el Festival Reverso Bogotá, que en 2024 recibió más de 685 propuestas poéticas, representa un ejemplo poderoso de cómo la poesía puede irrumpir en la radio, las calles y los cuerpos, construyendo equidad desde la creación artística. Versos que cruzan emisoras universitarias y redes digitales, acercando la poesía a cada rincón de la ciudad.

El reto, sin embargo, sigue siendo la articulación. ¿Cómo evitar la fragmentación de estas iniciativas? ¿Cómo lograr que los fanzines de un barrio de Ciudad Bolívar dialoguen con una librería en Chapinero o un club de lectura en Suba? ¿Cómo hacemos de estos ejercicios no proyectos aislados, sino parte de un sistema literario integrado, robusto y equitativo?

La respuesta está en el enfoque de derechos que propone la política pública LEO: reconocer que leer y escribir no es un lujo, es un derecho. Y que hacerlo desde el enfoque ambiental, de género, territorial y poblacional no es una moda, es una necesidad. Si Bogotá quiere seguir siendo reconocida como una ciudad creativa de la literatura, debe seguir impulsando una visión donde todas las voces valen. Donde la literatura no solo se vende o se celebra en ferias, sino que se vive, se narra y se escribe todos los días.

Bogotá es una ciudad que escribe. Que se escribe a sí misma. Lo que queda por hacer es asegurar que nadie quede por fuera de esa narración.

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