
En la Biblioteca Pública La Peña, María Doblado encontró un hogar lleno de historias y amistades
María Doblado es un testimonio viviente de cómo las bibliotecas pueden transformar realidades. Viuda desde hace nueve años, madre de cinco hijos, y viviendo sola en el barrio Consuelo, encontró en la Biblioteca Pública La Peña un refugio que le devolvió la vitalidad. Este espacio no solo la conectó con el placer de aprender y compartir, sino que también le ofreció una nueva forma de disfrutar su vejez.
María, aunque conoce la Biblioteca desde su fundación, la visita regularmente desde hace aproximadamente dos años, guiada por la curiosidad hacia los talleres. “Yo alguna vez vine, pero por el asunto de que me tocaba trabajar no venía, pero últimamente estoy viniendo porque me gustan muchos los programas, los ideales que nos dan. Nos dan clases que en realidad uno las necesita y le dan a uno mucho cariño”, menciona.
Desde entonces, su dedicación a estas actividades no solo le permitió descubrir nuevas técnicas como el tejido y la creación de libros cartoneros, sino también crear piezas cargadas de significado, como un libro colaborativo en el que ella, junto al grupo de persona mayor, han trabajado con el fin de consagrar sus memorias y un producto que contiene las historias, fotografías, sentimientos, expresiones y recuerdos personales.
Además de participar en los talleres, María asiste con regularidad a los espacios de la biblioteca diseñados para fomentar el diálogo, la reflexión y la actividad física en torno a los libros y las bibliotecas. “Yo busco una recreación, yo vengo aquí a la biblioteca, nos enseñan, me distraigo mucho y me siento muy contenta y feliz de que la biblioteca exista”, comenta. En estas reuniones semanales, encuentra algo más que entretenimiento: descubre puntos de vista diversos, revive recuerdos y comparte con personas de todas las edades.
La Biblioteca Pública La Peña está ubicada en el corazón del barrio que lleva el mismo nombre y ofrece una amplia gama de servicios que van más allá del préstamo de libros. Según explica María, lo que más valora son los espacios seguros y acogedores que se han convertido en un punto de encuentro para la comunidad, así como las distintas salidas a conocer nuevos lugares de Bogotá, que aunque haya vivido la mayor parte de su vida en esta ciudad, son nuevos para ella.
María también resalta el papel del personal de la biblioteca como una fuente de apoyo constante. “Yo vengo aquí y la paso muy contenta, se me olvidan los problemas que tengo, me gusta charlar con todas y echar cuentos. Dios quiera que la biblioteca siga funcionando… Las profesoras son muy lindas, muy queridas”, dice emocionada.
A pesar de vivir sola desde la muerte de su esposo, a quien todavía recuerda con un infinito amor y cariño, María no se siente aislada, y mucho menos sola. La biblioteca se ha convertido en un segundo hogar.
La historia de María Doblado nos recuerda que en el lugar menos esperado podemos encontrar una segunda familia y un hogar a donde siempre volver. Desde talleres de manualidades hasta clubes de lectura, estos espacios van más allá de fomentar el aprendizaje, la creatividad y la conexión humana, demostrando que nunca es tarde para aprender, hacer amigos y vivir plenamente.