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Jorge Luis Borges, poeta argentino
Jorge Luis Borges, poeta argentino / Foto de Annemarie Heinrich (1967)

Recordamos el “realismo mágico” de Jorge Luis Borges a través de sus poemas inolvidables

Viernes, Agosto 23, 2024 - 18:00
Conmemoramos el natalicio del argentino Jorge Luis Borges con lo mejor de su literatura.

El realismo mágico es un elemento literario que influyó trascendentalmente en la historia de la literatura latinoamericana; y de nuevo lo traemos a colación para conmemorar a Jorge Luis Borges, el escritor, poeta, ensayista y traductor argentino que basó gran parte de sus obras en el contenido artístico, filosófico, existencialista y expresionista.
 

Al igual que Gabriel García Márquez, el poeta argentino tuvo una gran influencia de Franz Kafka en su trasegar como escritor, pues la novela corta ‘La Metamorfosis’, que él tradujo al español en Buenos Aires con algunas imprecisiones, marcó el camino de este “realismo mágico a lo largo del siglo XX.
 

Si bien Borges fue escritor de libros importantes como Ficciones y Aleph, es más recordado por sus poemas (especialmente de amor), además de algunos ensayos que siguen trascendiendo entre sus lectores pese a su fallecimiento en Argentina el 14 de junio de 1986, cuando su país vivía todo tipo de convulsiones sociales y políticas.
 

Y por supuesto, una figura icónica como Borges no fue ajena a las polémicas de su época, pues recibió varios galardones en Argentina y otros países de Sudamérica, pero jamás pudo alcanzar el Premio Nobel que sí obtuvo Gabriel García Márquez (contemporáneo suyo); y esto se lo adjudicaron a sus posturas conservadoras radicales en cuestiones socio políticas. Eso sí, se dio el lujo de dirigir la Biblioteca Nacional de Argentina y dar cátedra de literatura en la prestigiosa Universidad de Buenos Aires donde dejó huellas de su infancia y adolescencia en Suiza.
 

En BibloRed te compartimos 5 poemas inolvidables de Jorge Luis Borges para la efemérides de su natalicio y te invitamos a consultar sus mejores libros en nuestro catálogo físico y la Biblioteca Digital de Bogotá. 

Tres recomendados de la Biblioteca Digital de Bogotá sobre Borges

Cuentos completos de Jorge Luis Borges (Audiolibro): Todos los cuentos de Borges reunidos en un audiolibro Poeta, ensayista y narrador, Borges es una de las figuras primordiales de la literatura universal. Ahora se reúnen en este audiolibro todos sus cuentos, uno de los legados más influyentes y deslumbrantes de la literatura occidental. El universo borgiano, con sus espejos, laberintos, tigres, bibliotecas, gauchos, o máscaras, es ya uno de los paisajes fundamentales del siglo XX.
 

- El Aleph (Jorge Luis Borges): El Aleph es un libro icónico de Jorge Luis Borges, el gran autor argentino admirado por García Márquez, Vargas Llosa, John Banville, Michel Houellebecq y tantos otros escritores contemporáneos. Los cuentos que lo integran son un prodigio de puzles filosóficos, intrigas fantásticas o policiacas y personajes que se graban en la memoria, como Emma Zunz. «El inmortal» explora el efecto que la inmortalidad causaría en los hombres; «Los teólogos» es un sueño melancólico sobre la identidad personal; «La otra muerte», una fantasía sobre el tiempo.
 

Borges-Buenos Aires: configuraciones de la ciudad del siglo XIX al XXI (Roland Spiller): Los autores de este libro se acercan a las configuraciones estético-artísticas de la capital argentina a través del análisis de textos literarios, cine y otros medios de expresión, haciendo hincapié en la Buenos Aires de Jorge Luis Borges.

Cinco poemas inolvidables del argentino Jorge Luis Borges

Ajedrez
 

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada

reina, torre directa y peón ladino

sobre lo negro y blanco del camino

buscan y libran su batalla armada.
 

No saben que la mano señalada

del jugador gobierna su destino,

no saben que un rigor adamantino

sujeta su albedrío y su jornada.
 

También el jugador es prisionero

(la sentencia es de Omar) de otro tablero

de negras noches y de blancos días.
 

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.

¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza

de polvo y tiempo y sueño y agonía?

 

Remordimiento
 

He cometido el peor de los pecados

que un hombre puede cometer. No he sido

feliz. Que los glaciares del olvido

me arrastren y me pierdan, despiadados.
 

Mis padres me engendraron para el juego

arriesgado y hermoso de la vida,

para la tierra, el agua, el aire, el fuego.

Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
 

No fue su joven voluntad. Mi mente

se aplicó a las simétricas porfías

del arte, que entreteje naderías.
 

Me legaron valor. No fui valiente.

No me abandona. Siempre está a mi lado

La sombra de haber sido un desdichado.
 

El ciego
 

Lo han despojado del diverso mundo,

de los rostros, que son lo que eran antes.

De las cercanas calles, hoy distantes,

y del cóncavo azul, ayer profundo.

De los libros le queda lo que deja

la memoria, esa forma del olvido

que retiene el formato, el sentido,

y que los meros títulos refleja.

El desnivel acecha. Cada paso

puede ser la caída. Soy el lento

prisionero de un tiempo soñoliento

que no marca su aurora ni su ocaso.

Es de noche. No hay otros. Con el verso

debo labrar mi insípido universo.
 

Las cosas
 

El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

 

Remordimiento por cualquier muerte
 

Libre de la memoria y de la esperanza,

ilimitado, abstracto, casi futuro,

el muerto no es un muerto: es la muerte.

Como el Dios de los místicos,

de Quien deben negarse todos los predicados,

el muerto ubicuamente ajeno

no es sino la perdición y ausencia del mundo.

Todo se lo robamos,

no le dejamos ni un color ni una sílaba:

aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,

allí la acera donde acechó su esperanza.

Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también;

nos hemos repartido como ladrones

el caudal de las noche y de los días.