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La fuerza de la montaña

La fuerza de la montaña

Viernes, Mayo 10, 2019 - 09:26
En las montañas de San Cristóbal una biblioteca es motor de progreso y motivo de orgullo para los habitantes de la localidad. Conoce la historia de la Biblioteca Pública la Victoria

El viento es fuerte y frío en las montañas del sur oriente bogotano. Arriba, en las colinas de San Cristóbal, casi siempre hay nubes. Para quien visita o habita estas montañas el esfuerzo de la subida es recompensado con la vista panorámica de la ciudad y la cercanía de la naturaleza propia de los cerros. En esta localidad amplia, densamente poblada y empinada se ve Bogotá desde arriba. Y el territorio físico, aunque no parezca, cambia los territorios mentales, cambia a sus habitantes. En San Cristóbal, dicen sus pobladores, sus calles empinadas favorecen la vocación de esfuerzo, y el viento frío la resistencia al clima. Desde las colinas los residentes se convierten en espectadores, observadores que buscan oportunidades desde la altura.

Esta localidad, entre urbana y rural, fue construida bajo lluvia y viento por las manos de sus pobladores, en su mayoría campesinos desplazados por la violencia y obreros que lucharon por las vías, el reconocimiento de la institución y los recursos para levantar San Cristóbal, el primer barrio de la localidad.

En la parte media de las montañas de San Cristóbal sobresale a la vista el Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) de La Victoria, un espacio de encuentro entre habitantes y diferentes instituciones pensado para la generación de oportunidades y el uso adecuado del tiempo libre. Con el CDC, fundado el 20 de marzo de 1979 por el Expresidente de la República César Turbay Ayala, también abrió sus puertas la biblioteca de La Victoria.

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La biblioteca del CDC, que facilitó el acceso de los habitantes a los libros y actividades culturales, concentró usuarios de la parte media y alta de los cerros. Desde el corazón del CDC la biblioteca de La Victoria pasó de comunitaria a pública con su ingreso a BibloRed en el 2001 y, desde entonces, trabaja de la mano con las bibliotecas comunitarias para favorecer los procesos artísticos y culturales de la localidad.

Los dos pisos de la biblioteca son el epicentro de las historias de la montaña. En la biblioteca hay un lugar para cada cosa: Sala infantil, computadores de consulta, Bebeteca, Sala general. El panorama es amplio como la población que la visita, la diversidad es lo común en La Victoria. La biblioteca es un espacio de equidad, seguro para tener conversaciones, aprender, reconocer y reconocerse. En la biblioteca de La Victoria todos existen y son importantes, ahí tienen una voz y un rol diferente al que ocupan en la cotidianidad. Cantantes de hip hop, vendedores informales, estudiantes, profesores, niños, enfermos y privados de la libertad se convierten en algo común: lectores de libros, del mundo, de rostros, del entorno.

Los funcionarios de la biblioteca unen la institución con la comunidad entendiendo los espacios comunitarios a partir de poblaciones específicas: procesos con mujeres, población desplazada, personas sexualmente diversas, excombatientes, habitantes de calle. Incluso, más allá de los muros, la biblioteca trabaja con personas privadas de la libertad en la Cárcel Distrital e internos del pabellón de salud mental del hospital de La Victoria. Para la biblioteca, la lectura es una herramienta importante en los procesos de rehabilitación y resocialización.

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La biblioteca de La Victoria es un refugio del viento, de la lluvia, de la violencia, de la desinformación y del cansancio. Sus usuarios, además de orgullosos, se sienten agradecidos por su función y existencia. Es el caso de Milena Flórez, que creció en la biblioteca y ahora es promotora de lectura del PPP de la Victoria, otro de los espacios de BibloRed en San Cristóbal, o José Ricaurte, que está aprendiendo a leer y escribir con un grupo de adultos mayores de la mano de la promotora de lectura.

“La biblioteca es un espacio de refugio, de encuentro con la cultura en el que uno conoce gente maravillosa. Son espacios en los que no solamente vas a leer sino a descubrirte”, dice Milena Flórez. Para Iván Ivanov, otro de los usuarios frecuentes de la biblioteca, “es un orgullo. Como residente me siento orgulloso por tener una Biblioteca como la Victoria por la calidad humana de sus funcionarios, su profesionalismo. Por la mística, por el propósito de hacer más grande este país”.

La biblioteca y los libros que alberga también son una oportunidad de cambio, “porque los libros salvan; de la soledad, de la mediocridad, de hacerse daño. Los libros son ventanas para salir o entrar. Salvan proyectos de vida porque te hacen pensar de otra manera. Los libros son fundamentales para una población como la que habita esta localidad, la que habita Bogotá”, afirma Javier Augusto Mora desde la Sala infantil.

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Puede parecer difícil entender por qué algunos usuarios suben o bajan colinas para llegar a los libros, pero para ellos la biblioteca es un oasis, un estímulo espiritual. Un lugar donde todo es posible, se pueden crear lazos y entender el mundo de otra manera. La biblioteca es necesaria para unir a la comunidad y crear memoria, vida y respeto por los derechos y la humanidad.

Existe una biblioteca en la montaña que permanece ante el frío y la fuerza del viento, sus dos pisos son miles de historias, sus salas son pies que escalan para progresar, sus libros son una forma de unirse y pensar en el otro, sus funcionarios son educadores que enseñan a leer, escribir o usar un teléfono móvil en la tercera edad. Existe, en la montaña, una biblioteca que no se queda entre los muros y recibe y valora a cada uno de sus usuarios. Que es selva, desierto, planeta o país de las maravillas, una fortaleza resguardada entre los cerros.