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Memoria por correspondencia

Memoria por correspondencia

Viernes, Diciembre 21, 2018 - 12:35
Ciudad Bolívar se conectó con Sumapaz a través de cartas escritas entre sus habitantes más antiguos. Los adultos mayores de Perdomo visitaron el páramo para conocer con quienes intercambiaron correspondencia. Conoce la historia de esta visita

A Obdulia Riaño le gustan las actividades manuales. Aprendió a tejer en la Biblioteca Pública del Perdomo; teje carpetas, gorros, bufandas, incluso, junto a sus compañeros del club del adulto mayor de la biblioteca,  tejió un mapa de Ciudad Bolívar. En el mapa está marcada con un pegaso la ubicación de las dos Bibliotecas Públicas de la localidad: Perdomo y Arborizadora Alta. 

Durante cada año, los 37 adultos mayores del club de adulto mayor llenan un marrano para la actividad de despedida. En el 2017 conocieron la Imprenta Patriótica en la Hacienda Yerbabuena del Instituto Caro y Cuervo. A Obdulia le gusta viajar, conocer personas y lugares nuevos. En los 5 años que lleva asistiendo a la biblioteca ha podido aprender de libros y tejidos, entre otras cosas. También conoció escritores, recuerda perfectamente la nacionalidad de cada uno. Sonríe al decir que una de sus compañeras del club es una escritora premiada. 

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Desde septiembre el enfoque del club son las cartas. Mientras los abuelos tejen, van leyendo Memoria por Correspondencia, el libro de cartas entre la artista colombiana Emma Reyes y Germán Arciniegas publicado por Laguna Libros. A partir de la lectura hablaron de su infancia, de la Bogotá de mediados del siglo XX, de su familia y de la importancia de las cartas.

Obdulia no escribía una carta desde el colegio, cuando se comunicaba con su prima desde el internado para saber de su familia. Este año Obdulia le escribió a un desconocido y empezó a “distinguirlo” por medio de las cartas. ¿Quién es usted? ¿Dónde vive? ¿Cómo es el Páramo? ¿Qué cultiva? Éstas, además de su presentación, fueron algunas de las preguntas que los adultos mayores del club de Perdomo le enviaron en una carta a los adultos del club de Sumapaz. 

El ejercicio, dice Obdulia, le permitió conocer a otros y volver a enviar y recibir cartas. Después de la escritura, los sobres viajaron en una caja a la localidad 20 de la ciudad, Sumapaz. A 4 horas de la Bogotá urbana, atravesando el páramo de Sumapaz, 17 abuelos de diferentes veredas de la localidad recibieron cartas. Después de las cartas y, con las monedas del marrano, viajaron los abuelos de Perdomo.

 

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En el páramo, Albino Torres espera la visita de los abuelos de Perdomo. Tiene 66 años, vive con su esposa en una de las veredas de la localidad de Sumapaz y se dedica a la construcción y la agricultura. En el caso de Sumapaz, el club de adulto mayor no sucede en la biblioteca porque está conformado por abuelos de diferentes veredas.

Con la llegada de la Biblioteca Público Escolar de Sumapaz, ubicada en al vereda de la Unión, se han ido sobrepasando las brechas de acceso al libro y la lectura en la única localidad enteramente rural de Bogotá. En el club, Albino le pidió a la promotora el libro de Juan de la Cruz Varela, líder campesino de Sumapaz; también leyó un libro de semillas y abonos para seguir desarrollando su huerta.

A Albino le cuesta recordar qué escribió en la carta que envió a Perdomo, pero sí recuerda que hace 30 años no recibía una carta. La última era de unos familiares que se fue a vivir a la Bogotá urbana. Las cartas, según él, son una forma de acerca a la gente, por medio de ellas se puede distinguir a otro. Albino agradece que otro le escriba, que entre abuelos se escriban. La escritura, dice él, es una forma de conservar la memoria, de recordar. “Sin la posibilidad de leer y escribir me tocaría ver a los jóvenes caminar desde atrás porque son más astutos que yo.”

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Después de 4 horas de viaje, Obdulia y Albino se conocieron, compartieron agua de panela, arepa, queso sumapaceño, sancocho y hasta masato hecho en Perdomo. Además de las cartas, el club de adulto mayor de Perdomo le entregó un mapa tejido de la localidad a los abuelos de Sumapaz. 

Al final, el ejercicio acercó la realidad de la Bogotá urbana de Ciudad Bolívar y la de Sumapaz a través de las vivencias de sus habitantes más antiguos. Las cartas se convirtieron en vehículos de la palabra y de la vida, y una excusa para visitar el Páramo, conocido como el origen de la vida. A Albino le gustaría recibir cartas de todas las localidades de Bogotá y distinguirse con más personas. Mi casa, dice, está abierta para todos, si me visitan pueden llevarse un pedazo de la agricultura sumapaceña.