Martín Caparrós: Un ícono del periodismo latinoamericano
Por Sergio Alzate
Es difícil imaginar, más allá de su genio innegable, a algunos personajes sin sus rasgos físicos o características peculiares. Ahí está Charles Chaplin con su bigotito sobre el labio superior, sus rizos negros, sus ojos cómicamente impresionistas. ¿O sería posible pensar en Fernando Pessoa sin imaginar la redondez de sus anteojos, la burocrática locuacidad de su corbatín y la melancolía que parecía envolver en todo momento a su cuerpo? Otro ejemplo paradigmático es Franz Kafka: sus ojos de insecto, su nariz de daga y la angulosa fragilidad que lo acompañó hasta la tumba a causa de la tuberculosis.
Todos genios y, también, anatomías reconocibles, íconos visuales tan poderosos como sus obras.
Y a esta categoría pertenece el periodista y escritor argentino Martín Caparrós: un portento de las letras, un genio de las crónicas, un fabulador de la palabra… Y, además, una imagen icónica por derecho propio: la mirada de relámpago, la calva altiva y ese bigote frondoso que se dobla en las puntas como los pistilos de alguna planta exótica o como nubes que se desgajan con indolencia en el cielo.
Martín Caparrós: un nombre fundamental para entender que el periodismo también es una cuestión de forma, no solo de fondo. Un maestro del idioma, un reportero como pocos y lo que probablemente todo cronista quiere ser, pero que tan solo puede soñar con alcanzar.
Eso es él y, claro, mucho más.
***
Es joven, sí. Un pibe, un muchacho, apenas un adolescente que trabaja en un diario de Buenos Aires: el Noticias, un medio que duró poco menos de un año antes de apagar sus rotativas. Pero eso no lo sabe aún Martín Caparrós que solo tiene dieciséis años y recorre la ciudad para llegar a trabajar como el pibe, el muchacho, el apenas adolescente que le lleva cafés a los periodistas o que les hace algún que otro recado. Porque aún no es el reportero intimidante que ha recorrido la selva boliviana, que ha observado la caótica frialdad de Bogotá o que ha mirado de frente al hambre en el Cuerno de África.
Es tan solo un pibe, un muchacho, apenas un adolescente esa mañana del 16 de febrero de 1974. Es un día del verano austral. Buenos Aires hierve como solo puede arder esa ciudad cuando en el cielo no hay una nube y el sol es un derrumbe de lava que se derrama sobre la cotidianidad. Ese día hay poco personal en Noticias. Un periodista cuarentón está desbordado por la información, sus manos no dan abasto para llamar, reportear y escribir. Ese día el mundo parece enloquecido, justo cuando hay poco personal, cuando buena parte de la planta le dio por estar de vacaciones o por fuera. Y, entonces, el periodista repara en el pibe, en el muchacho, en el apenas adolescente de dieciséis años que le trae cafés o le hace algún que otro recado.
—Pibe, vení acá —el periodista lo llama, momentos desesperados requieren medidas desesperadas—. ¿Podés hacerte cargo de una nota?
—Sí.
Sí, a secas, sin ningún tipo de floritura. Un sí sonoro, autoritario, elocuente por parte de ese pibe, muchacho, apenas adolescente que hasta ese día solo llevaba cafés o hacía alguno que otro recado. Un sí que es fácil imaginar altivo y algo arrogante, una afirmación que encierra en sí misma el átomo de una carrera periodística que ese pibe, muchacho, apenas adolescente de dieciséis años no sabe que durará varias décadas, hasta el ahora, hasta este presente, y que influirá en el oficio como muy pocos y pocas han podido hacerlo. Pero (y acá es necesario refugiarse en la imaginación, ceder terreno a la ficción) al mismo tiempo es fácil imaginar que él, Martín Caparrós, con apenas dieciséis años sabe que tiene el talento, las agallas, el arrojo para ser más que recadero de los periodistas. Que ese “sí” que lanza es más una amenaza que una sumisa respuesta a un superior.
“Sí”, dice y se encarga de una nota a través de un cable de una agencia de noticias.
Y así, ese sí lo cambió todo, o casi.
***
Martín Caparrós es un periodista incómodo. Sus crónicas, sus reportajes, sus perfiles no se contentan con registrar la realidad, con ser una simple cámara que transcribe la realidad (si admitimos que algo como “la” realidad existe).
Los textos de Caparrós no conocen de géneros periodísticos y si en el párrafo anterior se hablan de “sus crónicas, reportajes, perfiles” no es más que por una facilidad taxonómica. Porque la realidad es que sus crónicas, reportajes y perfiles pueden entenderse también como ensayos en los que despliega su visión particular del mundo, sus posiciones morales, sus afectos y sus odios (Caparrós es cruel con los poderosos y tierno sin condescendencias con los desvalidos).
¿Esto que escribe Caparrós es una crónica, un perfil o un reportaje? ¿Acaso será un ensayo? La respuesta simple, sencilla, directa es: no importa. Este es un periodismo que se permite reflexionar, mirar al pasado, analizar el presente e imaginar el futuro. No es un contenido inmediatista: es una colección de textos que nos permitirán mirar hacia atrás para comprendernos mejor cuando ya no existamos, cuando otros sean los jueces y verdugos de nuestras acciones presentes.
***
Entre los libros más importantes de Martín Caparrós, tanto por magnitud de lo abarcado, como por la radicalidad de su forma y fondo, están algunos de los más recientes: El hambre (2014) y Ñamérica (2021). El primero es una investigación periodística que se convierte en un llamado de Caparrós contra la indolencia estatal y empresarial, cuyos recursos son suficientes para acabar con la hambruna en el mundo pero que terminan destinados a cualquier otra cosa, menos a hacerle frente a lo que el periodista argentino ha llamado “el peor fracaso del género humano”: según datos de la ONU, anualmente mueren once millones de personas por malnutrición, es decir, de pura y física hambre.
(Recuerda que puedes prestar El hambre en la Biblioteca Digital de Bogotá)
El segundo libro, Ñamérica, es una colección de crónicas y ensayos, de ensayos y crónicas que intentan entender qué es esta región llamada Latinoamérica. Un rincón del mundo que se observa desde los clichés, la exotización, el abandono, el expolio y la superficialidad. Una obra titánica en la que un periodista recorre física y metafóricamente la geografía de un subcontinente unido por una lengua en común, por una letra única entre el resto de los idiomas: la Ñ. Un viaje por algunas ciudades latinoamericanas para entender quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
***
El pibe, el muchacho, el apenas adolescente escribe su nota periodística, cuando en su país, cuando en el continente, cuando probablemente en la mayor parte del mundo no existen las escuelas de periodismo y se llega aún al oficio así, por suerte o accidente, quién sabe. Y allí está él, con dieciséis años, escribiendo su primer texto y lo inicia de la siguiente manera: “Doce años estuvo helado el pie de un montañista que la expedición de los austríacos encontró, hace pocos días, casi en la cima del Aconcagua”.
El pie, con la bota aún puesta, pertenecía a un escalador mexicano llamado Óscar Arizpe Manrique. Un pobre diablo que falleció doce años antes al intentar llegar a la cumbre más alta del continente americano, un desdichado que por un puñado de metros no alcanzó la cima y que aparte de morir lo hizo con la constancia del fracaso por toda despedida terrenal.
Y así el pibe, el muchacho, el apenas adolescente escribe la nota, un texto breve y conciso que titula ‘Un pie congelado 12 años atrás’. Lo que falta de formación formal le sobra en sagacidad y talento, en confianza e instinto.
Él no lo sabe aún (aunque puede que algo en él lo sepa, que en las cavernas de su ser la intuición esté haciendo lo suyo), pero este es el inicio de todo, que ese sí que dio unos momentos antes a aquel periodista lo cambiará todo para él y para el oficio. Que tras el punto final y con el paso de los días Roberto Walsh, el maestro del periodismo argentino, leyenda entre las leyendas, y autor de Operación masacre (que puede consultarse en el catálogo en línea de BIbloRed) será su primer jefe y primer mentor.
Pero, aún es esa mañana calurosa de 16 de febrero de 1974. El verano sigue desplegando su sábana sofocante sobre Buenos Aires. Martín Caparrós es aún un pibe, un muchacho, un apenas adolescente que hasta hoy no había hecho nada distinto que llevar cafés o hacer algún que otro recado. El periódico Noticias aún no ha sido cerrado por el gobierno. Los dedos torpemente teclean artículos, los teléfonos vibran con la electricidad de la urgencia, las máquinas rotativas imprimen en las noches.
Todo sigue su curso natural, como en cualquier otro verano porteño. Y ese pibe, ese muchacho, ese apenas adolescente no puede ver en una bola de cristal lo que significará en su vida ese artículo sobre un pie encontrado —los primeros años en el oficio, el exilio durante la dictadura, los años en ciudades europeas, los recorridos por las trochas latinoamericanas, los libros con su nombre en las portadas, los talleres y charlas sobre el periodismo, los reconocimientos, los viajes al Cuerno de África, las palabras escritas, las palabras dichas, las palabras calladas—. No tiene el poder de la clarividencia. O puede que sí: con Martín Caparrós nunca se sabe.
***
Los libros (tanto en la ficción como en la no ficción) han sido habitáculos usuales para Caparrós. Allí ha podido desplegar su estilo único, identificable, singular (como sucede con su bigote de mantis religiosa lista para el ataque o para un abrazo insectil). Y sobre esto hablará el próximo sábado 1 de julio a las 3:00 p.m. en la Biblioteca Pública Virgilio Barco, la cual será uno de los escenarios en los que la ciudad vivirá el Festival Gabo: la celebración más importante en Latinoamérica dedicada al periodismo.
En compañía de los también periodistas Ronna Rísquez y Ernesto Picco, Caparrós participará en el conversatorio ‘El libro: un refugio del buen periodismo’. En este encuentro, los autores de no ficción conversarán sobre cómo ciertas historias, dadas las condiciones actuales de las empresas periodísticas, solo encuentran su espacio en las editoriales.
Este conversatorio será totalmente libre y gratuito para todas aquellas personas que deseen conocer más sobre los libros, el periodismo y las posibilidades de esta combinación.
***
Si alguien desea explorar la obra de Martín Caparrós (tanto de ficción como de no ficción), en los diferentes espacios de lectura de BibloRed puede encontrar libros de su autoría. A continuación, te dejamos algunas recomendaciones que puedes prestar en tu biblioteca más cercana o reservar a través del Catálogo en línea de la Red:
- Boquita (un reportaje sobre el Boca Juniors).
- El interior (una crónica sobre Argentina y los conceptos de centro y periferia).
- Lacrónica (ensayos sobre el oficio de periodista).
- A quien corresponda (novela).
- Sinfín (novela).
- El tercer cuerpo (novela).
- Valfierno (novela).
Consulta más de otros autores del Festival ¡haciendo clic aquí!