Escucha el primer episodio de la segunda temporada de Gente de Bibliotecas, el pódcast de la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo, donde los usuarios tienen voz y nos cuentan su experiencia en los espacios de lectura de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed.

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En este primer episodio podrás conocer la historia de Cristiana Soto, una usuaria enamorada de los libros y que encontró en las bibliotecas una familia donde puede compartir saberes, leer y ser feliz.

Cristina es participante frecuente de los Clubes de lectura para adulto mayor, le encanta la ficción y recordar pasajes de su vida que la marcaron.

Transcripción de episodio

Créditos

Voces: Cristiana Soto, usuaria de la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo; Lukas Nossa, Juliana Echeverría.
Libreto e idea: Carolina Camacho, usuaria de la BP Julio Mario Santo Domingo.
Edición y voz de cabezote: Andrés Saray, profesional de servicios de la BP Julio Mario Santo Domingo.
Producción, posproducción y edición final: David Fernando Rocha, productor de audio y podcast de BibloRed.
Dirección: Isabel Salas, líder del equipo de comunicaciones de BibloRed.

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Cabezote: Este es un podcast de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed

Las historias de nuestros usuarios y usuarias son muy valiosas. Gente de Bibliotecas es un podcast de la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo que recoge historias de esas personas que han hecho de la biblioteca parte de su vida.

Lukas: Bienvenida, Cristina, al Podcast Gente de Bibliotecas. Gracias, muy amable por la invitación.

Juliana: Si tuvieras diez años, ¿qué quisieras hacer?

Cristina: Con diez años, pues, me gustaría algo que no hice, el cine. Ser como actriz de cine. Yo veía en esas, en mi época, niños actuando y me parecía eso maravilloso. Ver a los niños, siendo niños y actuando como adultos.

Lukas: ¿Cuál fue la primera biblioteca que recuerdas haber conocido y qué hacías allí?

Cristina: Cuando estaba estudiando en bachillerato, tenía que presentar mis trabajos. Entonces yo, como vivía en el centro, yo acudí allá y me parecía sencillo llegar allá porque los que estaban atendiendo allá nos resolvían, nos buscaban las cosas que nosotros necesitábamos y ellos ya sabían los textos, los libros y ellos nos los facilitaban. Únicamente llenábamos una papeletica y luego nos la llevaban al puesto. Ese era más o menos lo que se hacía ahí.

Lukas: ¡Qué tecnológico!

Cristina: Y luego uno buscaba el puesto y se acomodaba y se esperaba el libro.

Juliana: Mi papi, cuando fuimos a conocer la Luis Ángel Arango, me dijo que entonces tenían como un ascensor para libros y se pedían así. Me pareció muy tecnológico esa vez.

Cristina: Pero había ficheros en la entrada de la biblioteca. Como tú dices, había unos ficheros y esos ficheros uno, cuando los conocía, uno se dirigía al fichero. Y yo voy a sacar que hay historia, eso es historia, es geografía. Entonces uno iba y buscaba allá y no acudía a ellos. Lo más engorroso era cuando uno no sabía qué era eso. Entonces yo le buscaba en el libro. Entonces por eso yo empecé por lo más engorroso.

Juliana: Tercera pregunta. Si hoy quisieras adoptar un animal, ¿cuál adoptarías?

Cristina: He adoptado gaticos y perritos. Pero me gustan mal los perritos. El perrito me gusta mucho. He adoptado gaticos y perritos, pero me gustan mal los perritos. Seguramente es por lo que antiguamente en mi casa mis padres siempre tenían perros y gatos. Mi padre, perros. Mi madre, gatos. Y me gustaría el perro, aunque es más engorroso de sacarlo, de cuidarlo y todo eso. Pero me gustaría más el perro.

Juliana: ¿Tú recuerdas algunos nombres de tus mascotas?

Cristina: Sí, Príncipe, Bobby y el que yo tuve como 14 años y medio, que fue el último, Tato.

Juliana: Todos esos son nombres de perrito, ¿verdad?

Cristina: Sí, todos son de perrito.

Juliana: ¿Y de gatico?

Cristina: Y de gatico, Katia. Una gata que recogí de la calle, pues llegaba de trabajar y estaba arrimada la puerta de donde yo vivía. Entonces la vi tan linda porque era toda blanquita de ojos azules. Me pareció divina. Y abrí la puerta y ella entró como Pedro por su casa. Entonces esa noche, ese día, yo la acomodé en una cajita. Le puse unos trapitos y le puse leche para que comiera.

Juliana: ¡Qué bonito!

Lukas: Cuarta Pregunta. Si tu vida fuera un libro, ¿qué título le pondrías y por qué?

Cristina: Si mi vida fuera un libro, sería la señora que acompañó a sus padres por mucho tiempo, hasta el día que yo los enterré, porque por lo general los hijos somos muy desagradecidos y… ¡Corten! [tristeza].

Cristina: Ellos se esmeran los dos por cuidarlo a uno, porque uno se sienta bien, que no se enferme, que se vaya bien alimentado a dormir, o por lo menos los míos fueron así, que no le falte nada. Claro que nosotros no tuvimos tanta comodidad, pero sin embargo ellos se esmeraban por nosotros. Que los domingos sacarnos a pasear, porque ellos decían que toda una semana estudiando y que necesitábamos un espacio para recreación, como eran los sábados y los domingos. Los sábados claro que parte lo dedicamos era para limpiar la casa, para asear.

Y el domingo siempre mi papá estaba pendiente de sacarnos a algún lado, que ir a los pueblos cercanos de Bogotá. A nosotros no nos faltara ni vestuario, ni comida, ni estudio, pues él se esmeró un poquito más, porque yo recibí mi educación primero, en los años primeros, en colegio. Siempre fue en colegio, no en escuela, como en esa época que todos iban para la escuela, pero en el caso mío no fue así, fue en colegio.

Juliana: Tengo una pregunta: ¿qué diferencia hay entre escuela y colegio?

Era que la escuela en esa época era del gobierno, y el colegio era privado. Entonces era el estudio que ellos diseñaban para enseñar en las escuelas. Y aún más que ahí creo que recibían algo de comer, les daban a los niños. En los colegios no, en los colegios aún no, el papá le daba plata.

Yo recuerdo que en mis primeros días mi papá nos daba cinco centavos para las once. Entonces allá compramos un pan, gelatinas de esas blancas, que esas eran las meriendas que vendían, o pan, o unos bizcochitos que eran como larguitos, con una espira, y por dentro venía una ollita, una gallinita, y eso era lo que uno consumía en el recreo.

Juliana: Y entonces todo costaba mucho menos que antes, demasiado menos.

Cristina: Claro, o dulces, había unos dulces grandes que por cinco centavos le daban veinte dulces.

Cristina: Entonces por eso es que yo digo que uno no devuelve esos favores a los padres. Ese interés que ellos tienen por uno, por eso es que se han esforzado y se han esmerado por uno. Entonces la mayoría de hijos se casan y se van porque eso es parte de la vida, pero yo no lo hice así. Por eso nunca me casé ni nada, sino estudié, me preparé, trabajé, y seguí con ellos al lado de ellos, hasta que ellos se murieron. Ya los enterré, ya me tocó sola. O sea que salí de mi casa prácticamente a la fuerza.

Narrador: Esta es parte de la historia de Cristina Soto, usuaria que frecuenta la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo desde que abrió sus puertas. Cristina va mucho a los talleres del mediador cultural y le encantan los clubes de adulto mayor. En este espacio de lectura encuentra algo más que un libro, como ella lo afirma, encuentra una familia.

Cabezote cierre: Escucha y descarga todos nuestros pódcast en la sección BibloRed Pódcast, en www.biblored.gov.co.

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