Conoce los ganadores del concurso ‘Eme con a’
El concurso “Eme con a”, organizado por la Escuela de Lectores de BibloRed, reconoció los más inusuales recuerdos sobre lectura y escritura. En esta oportunidad los participantes relataron de manera activa cómo aprendieron a leer y/o a escribir.
Después de un proceso de selección realizado por los integrantes de la Escuela de Lectores, con base en los criterios de originalidad y calidad en la escritura, se eligieron tres ganadores y dos menciones especiales en tres categorías: niños y niñas, jóvenes y adultos.
Los relatos escogidos fueron los siguientes:
Isabel Mora Romero (7 años):
“Escribir fue divertido
pues solo yo me entendía
y mi mamá traducía
todos los garabatos que hacía
Y así también leía
y poco a poco mejoraría
hasta llegar algún día
a componer poesía”
Álvaro Lozano (45 años):
“Mi primera lectura vino de una caja de hojuelas donde un cuáquero me sonreía justo antes del desayuno. Después, pasé a la bolsita de harina con que mi madre hacía las arepas, e inevitablemente aterricé en los valores nutricionales del aceite de hígado de bacalao.En la tienda de la esquina era posible alquilar, por unos pocos centavos, varios títulos de las revistas que marcaron a toda mi generación: Kalimán, Memín, Superman, Mickey Mouse, Tarzán, el hombre araña, Larguirucho y Condorito. El plazo podría variar entre un día y la semana completa, dependiendo de la popularidad del protagonista o lo escaso de los números. Tal vez por eso las bibliotecas se convirtieron en mi lugar en el mundo… esos pasajes donde el orden alfabético marca el ritmo de las horas, y determina la búsqueda de palabras que habitan entre la portada y la última página”.
Jaime Norberto Pardo Molano (61 años):
“Manuela
Crecí en los llanos de Orocue Casanare donde antiguamente se llamó Hato San Miguel de Macuco. Trabajé en los oficios varios del Hato sin ir ni siquiera un día a la escuela. Cuando ya tenía 15 años llegó trabajar con nosotros la india Manuela de raza Guahiba. Tenía ella 20 años y había cursado solo primero de primaria y se empecinó en enseñarme a leer y escribir en las noches sin más recursos didácticos que su memoria, a los seis meses yo leía las noticias en los recortes de periódico que encontraba. A los 16 me trasladé a Villavicencio. En la escuela nocturna hice en dos años la primaria y en tres el bachillerato y luego Administración en cinco años. Ya Administrador y con 25 años Volví a Orocue dispuesto a casarme con Manuela.”
Menciones especiales
Laura Paola Fajardo Leal (28 años):
“¡Manicagada! Era el adjetivo más usual en mis tardes de suplicio con papá. Entonces, sujetaba la manito temblorosa y cambiaba el lápiz de lugar con la mecánica aprendida de los movimientos en el ajedrez y lo situaba con contundencia en mis dedos negados al aDIESTRAmiento. Ciertamente, resultaron infructuosos los intentos de mi conversión al derechismo porque, a fin de cuentas, derivé torcida. Leo a Bernhard partiendo del final, pienso en el Hombre con la Barba Blanca de Tintoretto puesta como un puesta como un gran triángulo sobre su cabeza y, justo ahora en la librería, tomo los libros de la estantería con la mano izquierda -no vaya a ser que me salgan temerosos también- y sean tan deseosamente imperfectos y manicagados como yo”
Isabella Hernández López (9 años):
“Leí historias de hermosas princesas y de animales fantásticos, como un Rinrin que era renacuajo, muy tieso y muy majo; una Alicia que soñaba con un mundo extraño y un rey que no pudo dormir por más de mil y una noches. Jugaba con letras y lana, pegante y pasta, plastilina y papel, de esta forma entendí la Eme con la A y a volar con la imaginación; pero para mí lo más importante fue aprender a expresar, te amo mamá”.
Cada uno de los tres ganadores recibió como premio un bono de doscientos mil pesos para comprar libros. A quienes obtuvieron menciones especiales, se les obsequiaron libros de las colecciones Cuadernos de la Escuela y Leer para la Vida.
¡Gracias a todos los participantes por compartir sus primeras vivencias leyendo y escribiendo!