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Eduardo Escobar, escritor antioqueño fallecido  / foto tomada de El Colombiano

Los mejores recuerdos de la vida y obra de Eduardo Escobar tras su fallecimiento

Miércoles, Marzo 20, 2024 - 15:21
En BibloRed recordamos a Eduardo Escobar, fallecido escritor, poeta y periodista antioqueño; quien dejó un fuerte legado literario en Colombia por su participación activa en el nadaísmo.

El mundo literario y periodístico de Colombia está de luto por la muerte de Eduardo Escobar, quien falleció la noche del pasado 18 de marzo tras perder la batalla contra un cáncer de pulmón que lo agobiaba desde hace varios años. El reconocido cofundador del Nadaísmo murió a los 80 años de edad en Envigado y dejando un mal sabor de boca por la atención médica que recibió.
 

Eduardo Escobar dejó un legado cultural imborrable. De hecho, fue columnista del diario El Tiempo hasta el 4 de marzo de 2024 cuando escribió su último artículo ‘Contra los chips viciosos’; y en general siempre estuvo ligado al mundo del periodismo.
 

Eso sí, la faceta más importante de Escobar fue como escritor, poeta, ensayista y cuentista, pues dejó numerosas obras para la posteridad aprovechando su relevancia en el círculo de escritores colombianos desde los años 60’s, gracias a la fundación del movimiento nadaísta, esto luego de dejar de lado la vida religiosa en la que estaba incursionando.
 

¿Qué es el Nadaísmo?

El Nadaísmo fue un movimiento literario, artístico y filosófico de contracultura en Colombia que fundó Gonzalo Arango en 1958 junto a otros autores antioqueños como Eduardo Escobar. Cabe señalar que estuvo tuvo fuertes influencias de otros  movimientos literarios de la época como, el existencialismo, el surrealismo y las vanguardias artísticas.
 

La violencia en Colombia entre 1940 y 1950, sumado a la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla fue un punto de partida para el Nadaísmo, pues el mismo Gonzalo Arango y otros intelectuales de aquellos años apoyaban al dictador pensando que iba a ser el precursor de un cambio histórico en el país; no obstante, cuando se dio su caída el 10 de mayo de 1957, se mostraron decepcionados y empezaron a escribir las primeras obras con base a ello.
 

Eduardo Escobar fue uno de los primeros en unirse junto a Alberto Escobar y Amilkar Osorio, quienes inauguraron su movimiento con una protesta que consistió en quemar libros en la Plazuela de San Ignacio de Medellín, para hacer un llamado a la renovación de las obras oficiales de la literatura colombiana que en ese momento estaba alineada, en gran parte, hacia la dictadura militar que había culminado. 

 

En BibloRed tenemos un registro sonoro que desglosa el nadaísmo incluyendo la voz de  Eduardo Escobar, para comprender el impacto histórico de este movimiento. Puedes consultarlo haciendo clic aquí. Además, en la Biblioteca Digital de Bogotá contamos con la obra Cuando nada concuerda a la que puedes acceder haciendo clic aquí.

 

Estas son algunas de las obras más importantes de Eduardo Escobar

        

  • Monólogos de Noé. 1967. Poesía.
  • Del embrión a la embriaguez. 1969. Poesía.
  • Segunda persona. 1969. Poesía.
  • Cuac. Medellín.  1970. Poesía.
  • Correspondencia violada. 1980. Cartas de los nadaístas.
  • Vámonos de fracasos por el aire desnudo. 1990. Poesía.
  • Nadaísmo crónico y demás epidemias. 1991. Prosa.
  • Manifiestos nadaístas. 1992. Manifiestos. Diatribas.
  • Antología de la poesía nadaísta. Bogotá: Arango Editores, 1992. Poemas.
  • Las rosas de Damasco. 2001. Cuentos.
  • Prosa incompleta. 2003. Prosa y Divertimentos.
  • Diván del recalcitrante. 2010. Antología de poemas.
  • Cuando nada concuerda. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2013. Ensayos. 
  • Escritos en contravía. 2023. Prosa. Selección de columnas del periódico El Tiempo.

Tres poemas para conmemorar la vida de Eduardo Escobar 

 

Paisaje infinito
 

Debajo de aquella columna de humo remoto
doblándose como un árbol bajo el peso oscuro del viento
tengo derecho a suponer el chisporroteo de un fogón encendido
Y detrás del fogón ha de haber una mujer que canta
O calla
Con un cucharón de madera en la mano derecha
revolviendo un cocido de papas y trozos de gallina y pizcas de cilantro
Y quizás lleva un delantal a cuadros azules
Y detrás de la mujer debe haber un niño
sentado en el suelo de tierra pensando en nada
Y detrás del niño ha de estar papá
Con su vozarrón callado y sus grandes zapatos quietos
Y su bigote de corsario
O como de manubrio de bicicleta
que le da un aspecto fiero
Y cómico a la vez
Y tierno
Y detrás de papá habrá un perro blanco
Y detrás del perro un gato colorado mordisqueándole la cola
Y detrás del gato una puerta abierta
Y un camino y una colina
Y una casa y una columna de humo

Y alguien que como yo
o tal vez mi contrario
contempla el paisaje circular a estas horas
se dice:
debajo de aquella columna de humo remoto
doblándose como un árbol bajo el peso oscuro del viento
he de suponer un fogón encendido y una mujer que canta
o que calla
 

El fin del mundo

Hoy soy feliz:
el sol se está apagando sobre el mundo
Todo va a terminar
La muerte es amarilla sobre el río
El universo será un puñado de sal para el mar
La luz se transformará en jabón para la cara
Los automóviles dormirán en las esquinas
y esperarán convertirse en garzas
Yo,
esperaré la invasión de las garzas
que vendrán a fabricar sus nidos
en el corazón de los semáforos
La ciudad de cemento será una caja de cartón,
Sola y empolvada
inmóvil
terminando en todas las calles
Adquiriendo la hediondez que se acumula en mis
Bolsillos
Pero yo soy feliz
irremediablemente,
mientras la luz es vieja.

Busqué a Dios...

Busqué a Dios con sinceridad y paciencia
En el directorio telefónico
En aguas mansas y turbias
Y en las precipitaciones de agua
Lo busqué en la ausencia de los que amamos
y en los desperfectos de nuestra mansedumbre
Me fui tras él por pequeñas ciudades
Busqué su fotografía cada mañana en los periódicos
Amé en la risa de las muchachas su risa
Y en la mirada de mi prójimo
Encontré muerte en todas partes
Pero buscar es lo que importa