El espacio tiene infinidad de posibilidades de ser habitado o construido. Es también una materia moldeable de creación artística. El espacio nos habla. Propone una relación en interacción desde el cuerpo. 

Cuando se transforman los espacios cotidianos (por ejemplo, para los niños y niñas en primera infancia), suceden sensaciones de asombro, curiosidad, creatividad y juego. Un espacio vacío es también potencia para la creación. Los niños y niñas en primera infancia construyen espacios, cambuches, rincones, les encanta. Cuando el espacio se transforma, nos transforma.