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Cuentos para la vida: el pódcast donde los privados de la libertad tienen voz

Cuentos para la vida: el pódcast donde los privados de la libertad tienen voz

Jueves, Febrero 23, 2023 - 10:10
Escucha los mejores relatos del concurso de Cuentos por teléfono, narrados por los privados de la libertad que participan en el proceso de audio de la Biblioteca Cárcel Distrital de BibloRed

Cuentos para la vida es el pódcast donde los privados de la libertad que participan en las actividades lectoras de la Biblioteca Cárcel Distrital de BibloRed tienen voz. Escucha sus dos primeras temporadas llenas de sensibilidad e imaginación.

Transcripción

Cabezote: Concurso de cuento corto Biblioteca Cárcel Distrital. Un experimento equivocado. Pabellón, autonomía.

Narración: Era el año 1999, cerca de la frontera con Brasil, donde existió una cárcel en el medio de la selva amazónica llamada Distrito Rojo. Las cosas que se murmuraban de este lugar ponían los pelos de punta a cualquiera que fuera llevado allí. Como toda cárcel lejana, carecía de poca guardia.

Habían 500 reclusos y la guardia manejaba 15 custodios y ellos no se exponían. Todo era manejado electrónicamente. Las puertas de cada ala se cerraban a las siete de la noche, no existía el conteo. Lo único que se sabía es que a ese lugar se entraba, pero jamás se salía.

La mayoría de los presos tenían rangos de asesinos, psicópatas, contrabandistas y científicos con grandes desórdenes mentales. Hombres que realmente no volverían a recuperar su libertad. Parecía que estuvieran en el mismo infierno.

Don Stanford tenía el rango de mayor y sobre él estaba la responsabilidad de la cárcel. Existían pequeños grupos étnicos. Los afroamericanos que mandaban en el ala sur, asesinos a sangre fría y cualquiera que los irrespetara moriría lentamente en sus oscuras celdas. Estaban en el ala oriente las cabezas rapadas, psicópatas llenos de tatuajes por todo su cuerpo con simbología nazi.

El que se atreviera a molestarlos irá llevado hacia la doncella de hierro, un artefacto con forma de mujer pero que en su interior estaba lleno de puntillas afiladas y al ser cerrado causaba una muerte lenta y dolorosa. En el ala occidente estaban los inmigrantes, gente de todos los lugares del planeta. Traficaban con órganos para vender en el mercado negro a un jugoso precio. A sus enemigos les iba muy mal, ya que abrían sus estómagos y los obligaban a correr amarrados de las manos mientras su tripaje salía por todos lados. Una muerte realmente asquerosa.

En el ala norte estaban los más horripilantes seres que existían. A pesar de que eran científicos respetados tenían su lado oscuro. Les gustaba experimentar con cualquier cosa que se moviera. Se contaban los pasillos de un ser de 3 metros apodado como el aplastacráneo. Todo era tranquilo y cada clan sabía hasta donde llegar y hasta donde no. Pero eso iba a cambiar. Ya que los científicos querían probar su nueva creación. Una fórmula que al que se la inyectara lo transformara en un ser con fuerza excesiva. El único problema era que no tenían con quién experimentar, así que entrada la noche decidieron poner un señuelo a una cabeza rapada. Un libro donde se contemplaba la figura del Führer que se titulaba la gran promesa. Faltaban cinco minutos para las siete de la noche. Ya casi cerrarían las puertas de la prisión. Pero este nazi decidió ir a fumar.

Lo que sería su último cigarrillo en la esquina equivocada. Al contemplar el libro,

miró a todos lados y no había nadie. Se agachó para recogerlo y en ese momento tres científicos lo arrebataron, poniendo en su nariz un vapor que lo hizo perder el conocimiento instantáneamente.

Ya en su guarida, amarraron al chico en una silla con muchas agujas y tubos a su alrededor.

Era la hora de probar la fórmula en su conejillo de indias. Alando una palanca, el líquido comenzó a adherirse en las venas del pobre nazi. Este empezó a convulsionar y sus

ojos se tornaron blancos. Todo iba a la perfección. Pero al frente del laboratorio y no tras, totalmente oscura, estaba la aplasta cráneos encerrado. Al observar lo que ocurría, a su mente llegó un recuerdo tormentoso cuando él estaba experimentando ese dolor y de repente lo rodeó de un aire en todo su cerro. Deseaba acabar con la vida de esos científicos que le habían causado tanto daño. Un grito aterrador espantó el silencio que había allí. De repente la puerta chocó contra la reja del laboratorio. El monstruo de un solo patadón derribó la puerta. Ahora era libre y no iba a descansar hasta vengarse. Los tres científicos aterrorizados le lanzaban sillas, botellas, palos, todo lo que estuviera a su alcance. Pero al monstruo no le afectaba esto.

Todo parecía perdido. Entonces, sin más alternativo, con un control que manejaba una gran cantidad de voltaje lograron paralizarlo. Pero esto lo enfureció más y dentro de su cuerpo logró destruir el dispositivo que le transmitía corriente. Los tres científicos

murieron con los huesos destrozados. Los demás trataron de huir, pero la puerta del ala norte estaba cerrada. Era espantoso escuchar los lamentos de estas personas, toda la cárcel estaba en suspenso y Stanford preparaba su compañía por si todo se salía de control. Bajaron al patio armados hasta los dientes. Lo que no sabían era que había una gran bestia fuera de control.

Algunos científicos lograron esconderse y otros no tuvieron la misma suerte. El monstruo, ya en la puerta principal, trataba de derribarla, pues su sed de venganza no paraba. Stanford, al ver la situación, quedó paralizado, porque al frente de él estaba esa gran bestia que nunca había visto. No tuvo más alternativa que prepararse para disparar, ya que la puerta estaba a punto de caer. Grito el mayor. Los sonidos de las balas eran ensordecedores, pero al fin la bestia cayó, llevándose consigo la puerta hasta el suelo. Se oyeron varios gritos de victoria, eran los demás presos al contemplar la derrota del monstruo. La noche aterradora parecía llegar a su fin. Pero lo que Stanford y su compañía no sabían era que un nuevo ser estaba a punto de despertar.

Quinta versión, Liternautas 2021, Liternautas 2021. Esta es una producción para Radio Galena de la Biblioteca Cárcel Distrital, de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá.

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Cabezote: Concurso de cuento corto Biblioteca Cárcel Distrital. Mamba, cuento finalista del concurso de cuento corto, cárcel distrital, año 2018.

Narración: Un amigo del colegio la puso en mi camino siendo aún un niño. Al principio me pareció exótica, apenas interesante y no le presté mucha importancia. Creí que era una especie más entre todas y que iba a ser efímera y pasajera. Pensé que la dominaría, pero estaba equivocado. Era más experimentada que yo, le tenía mucho respeto, hasta le temía, pero los encuentros cada vez más frecuentes con ella hicieron que le cogiera confianza y me fui obsesionando hasta el punto de dejarlo todo por ella. Mi experiencia con ella lo era todo para mí.

Me subía al cielo y me bajaba, afinaba y atizaba mis sentidos, sufría de pánico y gozaba, todo al mismo tiempo. Cuando su veneno penetraba en mi cuerpo experimentaba un espectro de sensaciones indescriptibles. Justo antes de cumplir la mayoría de edad, abandoné el colegio, mi familia, mis amigos.

Me fui de la casa de mis padres, únicamente por estar con ella sin ninguna restricción. Me convertía en una persona amargada, uraña y pretenciosa cuando no estaba con ella. En cambio, yo a ella nunca le importé, no le interesó mi apariencia física, ni lo que yo sentía por ella.

Yo le era completamente indiferente, pero me aceptaba y me daba placera si estuviera barbado, despeinado, sucio, harapiento o maloliente. En cambio, yo la quería solo para mí. Me despojé de todo porque mi único apego en mi vida era ella. Mi necesidad por ella llegó a no tener límite. Por ella, me arrastré por las calles a recoger colillas de cigarrillos sin importar quién las arrojara para copiar sus cenizas.

Viví debajo de un puente, urgué en los basureros en busca de algo de comer, robé, mendigué, y lo más grave, me despojé de lo poco que me quedaba de dignidad. Ella llegó a ser mi reina y yo su esclavo serví.

Mi relación con ella duró más de veinte años hasta que un día, con la poca conciencia que me quedaba, llegó el milagro y me dije a mí mismo, no más, me costó mucho tiempo y esfuerzo dejarla, despojarme de ella para volver a encontrarme con todo lo que había dejado atrás y sobre todo conmigo mismo.

El proceso de sanación fue lento pero avanzó con determinación. Ella dejó cicatrices imborrables en mi cuerpo, en mi corazón y en mi conciencia.

Hoy, cinco años después de haberla dejado, tengo el valor y la fortuna de contar esta historia. Me aparté de ella para siempre y hoy la recuerdo con miedo y escozor. Las heridas que me causó son razones suficientes para nunca volver con ella y para aconsejarle a alguien que nunca dé el primer paso para hacer cárceles porque será conducido a una muerte súbita. Ella es más peligrosa que la letal serpiente africana.

Hoy recuerdo con escalofrío que algún día Mamba fue para mí mi amada bazuca.

En este pódcast se destacan los resultados de los procesos de mediación de lectura, escritura y oralidad que ocurren dentro del espacio literario de la Cárcel Distrital. Cada uno de los relatos son los finalistas del concurso de Cuentos por teléfono, organizado por BibloRed para incentivar la cultura escrita y oral entre las personas privadas de la libertad de la Cárcel Distrital de Varones y Anexo de Mujeres.

Algunas de las narraciones tienen detalles de realidad y otras de ficción, sus protagonistas se inspiran en cada una de sus vidas y en libros que conocen en las actividades y clubes de lectura dentro de la biblioteca.

El pódcast Cuentos para la vida permite que el tiempo en la cárcel de los privados de la libertad sea aprovechado para imaginar historias y contarlas, conocer y aprender la cultura escrita y fortalecer su proceso de resocialización.

Escucha los episodios de Cuentos para la vida también en la línea para el Lector Varado, PBX de BibloRed: llama a (601) 580 30 50 y marca la opción dos (2), luego vuelve a marcar dos (2) y escucha algunos relatos de Cuentos para la vida, del Concurso de cuento corto de la Biblioteca de la Cárcel Distrital. 

Escritoras mexicanas contemporáneas: ¡Nuevo curso de la Escuela de Lectores!

Escritoras mexicanas contemporáneas: ¡Nuevo curso de la Escuela de Lectores!

Miércoles, Febrero 22, 2023 - 15:18
Un recorrido por la producción literaria mexicana realizada por mujeres de principios del siglo XX hasta la actualidad

A lo largo de todo el siglo XX y XXI la literatura mexicana ha tenido un gran número de expositores destacados a nivel mundial. Las mujeres también han tenido un trabajo constante e importante en la producción literaria en todos los géneros: poesía, novela, cuento, teatro, ensayo, crónica, etcétera. Sin embargo, pocos son los textos que han destacado en el nivel de la circulación, aun cuando estos sean considerados como grandes obras literarias.

De esta manera, este nuevo curso ofrecido por la Escuela de Lectores de BibloRed tiene como objetivo general mostrar a los asistentes el desarrollo de la narrativa escrita por mujeres desde principios del siglo XX hasta nuestros días. Para ello, se realizó una selección previa de algunos textos que servirán como una pequeña muestra del vasto universo literario mexicano. El curso está dirigido al público en general, sobre todo a aquellos interesados en conocer no sólo los elementos estructurales de las obras analizadas, sino de la cultura mexicana en general a través de una mirada histórica que relacione el momento social, histórico, político, artísticos, cultural y literario, tanto de la obra como de la vida de la escritora en cuestión.

Un curso realizado por Luz María Rubio Rivas: Magíster en Estudios Culturales de la Universidad Nacional de Colombia, docente del Programa de Comunicación y Medios de la Universidad Autónoma de Nayarit, miembro de la Dirección de Publicaciones y Fomento Editorial UAN y de la editorial Alí Chumacero (México).

Fechas: 4, 11, 18 y 25 de marzo
Horario: 10 a.m. - 12 p.m.
Cupo: 35 personas

Lugar: Biblioteca Pública FUGA

¡Para inscribirte a este curso, clic aquí!

¿Qué papel tiene la oralidad en la actualidad? Si quieres conocer más sobre la historia y la importancia de la cultura oral, disfruta del taller “Cultura oral: la potencia de la oralidad”, encuéntralo en nuestro canal de YouTube: BibloRed Bogotá o haciendo clic aquí.

Nina Simone: el jazz, el blues y la lucha en su vida

Nina Simone: el jazz, el blues y la lucha en su vida

Martes, Febrero 21, 2023 - 15:37
Desde BibloRed recordamos la vida de una de las artistas más importantes del siglo XX, la cantante y compositora Nina Simone

Foto sacada de la web

Hace 90 años el mundo vió nacer a Eunice Kathleen Waymon, en Carolina del Norte, una mujer que años más tarde sería reconocida y amada como la gran Nina Simone. Fue cantante, compositora y pianista de jazz, blues, rhythm and blues y soul. Se la conoce con el sobrenombre de ‘’High Priestess of Soul’’ (Alta Sacerdotisa del soul).

La obra musical de Nina Simone, estuvo marcada por la influencia del pianista y compositor Duke Ellington. Todo el jazz y el blues de Nina rozaba con lo espiritual,   se alimentaba de la improvisación y la pasión, acompañado del estruendo de las trompetas, el saxofón y su jadeante voz.  

Nina Simone como activista de los derechos humanos

‘‘Te digo lo que es la libertad para mí: no tener miedo’’

Gran luchadora por los derechos civiles de las personas de ascendencia africana, esta lucha queda expresada en muchas ocasiones a través de sus canciones:

‘’I wish you could know
What it means to be me
Then you'd see and agree
That every man should be free’’

Ser victima de discriminación, abuso y violencia la marcó para siempre, por ello en muchas ocasiones aprovechó su presencia y voz en escenarios para hacer públicas las injusticias que las personas blancas ejercian contra los afroamericanos. 

En 1963 compuso su canción “Mississippi Goddam”, en respuesta al asesinato de Medgar Evers y el bombardeo en una iglesia baptista en la que fallecieron cuatro niñas afroamericanas. Nina dejó Estados Unidos en 1969, tras el asesinato de Martin Luther King, hastiada de la segregación racial.

La fama y música de Nina

Con una personalidad fuertemente apasionada, en la industria musical tenía fama de temperamental. Aunque su personalidad era distante durante sus presentaciones, en sus últimas décadas parecía disfrutar con el acercamiento a su seguidores, contando anécdotas y cumpliendo peticiones.

Recibió 15 nominaciones a los Premios Grammy y fue reconocida con el Grame Hall Of Fame en el 2000. Dos días antes de morir, el 19 de abril de 2003, se le concedió un diploma honorario en el Instituto de Música Curtis, la academia de Filadelfia que la rechazó cuando tenía 19 años por ser negra.

Otra fuente de inspiración para Nina fue la cantante, también estadounidense, Marian Anderson, un ícono de la lucha antiracista que cantaba en iglesias locales y quien mostraba un talento sin igual en el piano. 

Se dió a conocer por su interpretación de la canción I Love You Porgy de George Gershwin, que se convertiría en su único éxito del Top 40 de Estados Unidos. Después vendría el sencillo My Baby Just Cares for Me, que sería un éxito en los 80 en Inglaterra al ser usado en un anuncio comercial del perfume Chanel No. 5.

Otras canciones que la hicieron famosa fueron: Sinnerman, Feeling good, Love me or Leave me, New World Coming, Keeper of The Flame

¡Te invitamos a conocer dos recursos sobre Nina Simone que podrás encontrar en nuestro Catálogo de BibloRed!

Nina, Alice Briére-Haquet ; ilustraciones Bruno Liance

Nina Simone, la gran dama del jazz, tenía la costumbre de arrullar a su hija cantándole una canción de cuna. Pero, una noche, Lisa no lograba conciliar el sueño; así que Nina le contó una historia, su historia. Un bello relato sobre lo que significaba ser afroamericana en los Estados Unidos de los años 60 y de cómo la música es universal.

The best of Nina Simone 

Encuentra en este álbum lo mejor de los éxitos de Nina: I loves your orgy, Mississippi goddam, The other woman, Sinnerman, Ne me quitte pas.  

Nueve lunas: Lecturas desde la gestación en las bibliotecas de Bogotá

Nueve lunas: Lecturas desde la gestación en las bibliotecas de Bogotá

Miércoles, Febrero 22, 2023 - 08:48
Conoce este espacio de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá para compartir con personas gestantes, allí podrán explorar experiencias y saberes desde el arte y la lectura

Nueve lunas es un programa donde la experiencia de la gestación y la lectura se entrelazan para crear historias a través de palabras que arrullan y abrazan. En este espacio las personas gestantes tendrán la oportunidad de acercarse a diferentes prácticas lectoras por medio de la exploración de los diversos lenguajes de expresión artística, con el fin de compartir y narrar ideas y sentires alrededor del embarazo, porque un corazón que late es un corazón que lee. 

Además, este programa busca brindar herramientas de mediación lectora entorno a la gestación y las infancias, para que las personas gestantes las repliquen en sus cotidianidades. Las sesiones se realizan en la Biblioteca Pública Virgilio Barco y la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo.

Biblioteca Pública Virgilio Barco
Sala infantil
Fechas del encuentro: 22 de febrero, 8 y 22 de marzo.
Hora: 10:30 a.m. 

Previa inscripción: https://forms.gle/ED8Kg9aRvD8ucGt5A o a los correos karen.montoya@biblored.gov.co y maria.cadena@biblored.gov.co.

Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo
Sala de infantil
Fechas de encuentro: 10 y 17 de marzo.
Hora: 3:00 p.m.

Previa inscripción:  https://forms.gle/QYqjR6HB5Jqbw58r9 o al correo joan.sandoval@biblored.gov.co

Biblioteca Pública El parque  
Fechas y horarios del encuentro por confirmar según inscripciones en el siguiente correo:  mauricio.espinosa@biblored.gov.co 

Conoce todas las actividades alrededor de la lectura, huertas, ajedrez y demás en nuestra sección “Prográmate” en www.biblored.gov.co.
 

El Día Internacional de la Lengua Materna se vive en BibloRed

El Día Internacional de la Lengua Materna se vive en BibloRed

Martes, Febrero 21, 2023 - 10:13
Saberes ancestrales y relatos indígenas entre las actividades de BibloRed para conmemorar el Día Internacional de la Lengua Materna

Este martes 21 de febrero se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, declarado por la Unesco con el propósito de preservar y proteger todos los idiomas y dialectos que se hablan en todo el mundo.

El Día Internacional de la lengua materna pone de manifiesto que las lenguas y el multilingüismo pueden fomentar la inclusión, y que los Objetivos de Desarrollo Sostenible se centran en no dejar a nadie atrás.

La educación basada en la primera lengua o la lengua materna debe empezar desde los primeros años de escolaridad, ya que la atención y la educación de la primera infancia son el fundamento del aprendizaje.

Durante la celebración se harán diferentes actividades culturales en las bibliotecas públicas CEFE Fontanar del Río y La Victoria, tales como lectura de relatos indígenas, conversatorios de saberes tradicionales, entre otros. 

De esta forma, la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed, facilita el acceso y la inclusión de los grupos de población minoritaria e indígenas.

Conozca a continuación la programación del Día Internacional de la Lengua Materna para este martes 21 de febrero:

Biblioteca Pública CEFE Fontanar del Río

Cabello: Raíz ancestral
21 de febrero a las 10:00 a.m.

¿Te has preguntado sobre las raíces culturales, gastronómicas y artesanales que te identifican?

Te invitamos a participar de una sesión para indagar y conversar alrededor de los saberes tradicionales, discutiremos sobre la permanencia de lo ancestral para sostener nuestras raíces culturales por medio de la cocina, la cerámica y las tradiciones con fines medicinales y rituales.

El ritual de peinar y llevar el cabello largo para algunas comunidades es símbolo de sabiduría y permanencia en el territorio ¡Acompáñanos a descubrir los secretos físicos y espiritual del cabello!

Biblioteca Pública La Victoria

Voces del origen III
21 de febrero a las 2:00 p.m.

En esta sesión abordaremos los relatos indígenas: “Oralitura indígena como un viaje a la memoria” Fredy Chikangana. ¡Ven a escuchar las voces de lo que pasó a la historia! Descubramos juntos los elementos y prácticas patrimoniales que construyen con firmeza las raíces que nos soportan al caminar.

Durante este ciclo te invitamos a compartir diferentes formas de leer e interpretar las culturas a partir de la escritura, la oralidad y sus manifestaciones populares. Desempolva tus recuerdos y tráelos a dialogar en nuestro club.

Biblioteca Pública La Peña

Voces del origen III
21 de febrero a las 2:00 p.m.

¡Ven a escuchar las voces de lo que pasó a la historia! Descubramos juntos los elementos y prácticas patrimoniales que construyen con firmeza las raíces que nos soportan al caminar.

Durante este ciclo te invitamos a compartir diferentes formas de leer e interpretar las culturas a partir de la escritura, la oralidad y sus manifestaciones populares. Desempolva tus recuerdos y tráelos a dialogar en nuestro club mediante un círculo de la palabra.

Sigue consultando la programación en nuestros espacios de lectura en la sección Prográmate ¡Haciendo clic aquí!

Leer la violencia en el arte y la literatura

Leer la violencia en el arte y la literatura

Lunes, Febrero 20, 2023 - 12:24
Big Bang Lector, el pódcast de la Escuela de Lectores de BibloRed, trae un episodio con el profesor Elkin Rubiano, quien analiza las distintas formas de conocer la historia de Colombia desde el arte y la lectura

¿Cómo leer la historia de un país tan violento y abordar temas complejos y dolorosos desde el arte y la literatura? El director del área de Humanidades y Estudios Literarios de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Elkin Rubiano, hace un análisis en este episodio del pódcast Big Bang Lector, de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed.

Transcripción

Créditos

Entrevistado: Elkin Rubiano, sociólogo de la Universidad Nacional, magíster en comunicación de la Universidad Javeriana, doctor en historia del arte de la Universidad Nacional y director del área de Humanidades y Estudios Literarios de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Guion y presentación: Diana Guzmán, líder de la Escuela de Lectores de BibloRed.
Producción y edición: David Fernando Rocha, productor de audio y podcaster de BibloRed.
Dirección: Isabel Salas, líder del equipo de comunicaciones de BibloRed.

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Cabezote: Este es un pódcast de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed.

En el principio, todo era silencio y oscuridad. Big Bang Lector. Bienvenidos al pódcast de la Escuela de Lectores de la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed. ¿Qué fue primero? ¿El lector o la lectura?

Diana Guzmán: Hola, este es otro episodio del pódcast Big Bang Lector, de la Escuela de Lectores de BibloRed. Abrimos este 2023 con un pódcast muy interesante y con un invitado aún más interesante. Vamos a hablar de arte, de lectura, de duelo, de violencia, también a través del arte. Y para eso hemos invitado a un experto, el profesor Elkin Rubiano.

Elkin es sociólogo de la Universidad Nacional, magíster en comunicación de la Universidad Javeriana, doctor en historia del arte de la Universidad Nacional y además director del área de Humanidades y Estudios Literarios de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y pues un amigo muy querido de la casa.

Bienvenido Elkin, muchas gracias por aceptar esta invitación.

Elkin Rubiano: Hola Diana, muchas gracias por invitarme aquí a este pódcast de la Escuela de Lectores. Muy contento de estar aquí.

Diana Guzmán: Elkin, tú has hecho un trabajo muy interesante a través del arte, de la crítica de arte y del diálogo sobre el arte. Este es un pódcast de lectura, pero nosotros también consideramos que hay muchos ejercicios y muchas maneras de leer y una es, evidentemente, la imagen, el arte. Eres, además, autor del libro Los Rostros, las tumbas y los rastros, publicado por la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Empecemos por ahí Elkin, ¿cómo leer la historia de un país tan violento, con una historia tan variopinta y tan cruel en las obras de arte?

Elkin Rubiano: Esta, desafortunadamente, es una historia larga, la de la relación entre literatura y violencia y arte y violencia en Colombia. Eso ya es preocupante. Cuando yo estaba haciendo esta investigación, hice una especie de curaduría virtual que me sirviera como archivo y empecé a recoger obras de arte que hicieran referencia a la violencia en Colombia y algunas de ellas que fueran emblemáticas. Y un archivo que va de 1948 a 2016, sin ser exhaustivo, sino recoger, digamos, obras tipo representativas. Creo que recogí alrededor de 60, pero es sorprendente, entonces uno se percata de esa relación, la del arte, la del teatro, la del cine, que es persistente a lo largo de la historia de Colombia.

Entonces, para uno como investigador, es muy interesante tener acceso a esos archivos y obras, pero como ciudadano no deja de ser, desde luego, bastante preocupante que esa historia esté atravesada siempre por la muerte, por la violencia, por los ríos de tumbas, por las masacres, por la teatralización de la masacre. Y creo que, precisamente, en el ámbito de la creación, esto resulta trabajado de una manera especial.

Una cosa es la reportería gráfica, una cosa también puede ser la tradición oral, pero cuando la literatura o las artes plásticas y visuales abordan esto, pues logra visibilizarse de determinada manera, ¿no? O relatarlo de determinada manera, que creo que es lo que resulta clave, ¿no?

Lo que resulta clave es que nos hace ver la situación desde una perspectiva a veces impensada, que no es inmediata. Todos los datos de masacres, asesinatos, desaparición forzada, si aparecen en la vida cotidiana, aparecen de manera inmediata, por ejemplo, por las noticias hoy en día, por las redes sociales, y esa inmediatez va en contravía, por ejemplo, de la reflexión, de la conmoción o de la sensibilidad con respecto a eso, ¿no?

Cuando la información es mucha, y entonces en Colombia también la información es mucha, la de la masacre, que la masacre de hoy o la noticia de la masacre de hoy hace olvidar la masacre de ayer, ¿no?

Entonces, precisamente, lo informativo es periódico, ¿no? De eso, pues la palabra periódico tiene que ver con esa periodicidad, pero también con la profusión de la información, y esa profusión de la información no permite que algo se grave en la memoria, un asunto de olvido, o algo que también logre grabarse, lo voy a decir de esta manera en el corazón, que pasa, por ejemplo, por la construcción de sentimientos morales, ¿no?

Una cuestión muy preocupante, entonces, con esta historia persistente de violencia, es que como ciudadanía muy difícilmente nos activamos, ¿no? Entonces, creo que...

Diana Guzmán: Y nos conmovemos.

Elkin Rubiano: Y nos conmovemos, exacto, nos conmovemos, de hecho, voy a resumir acá algo, hay obras emblemáticas sobre la violencia en Colombia, como la de Alejandro Obregón, llamada Violencia, de 1962, y normalmente cuando uno mira o hace historiografía sobre esta obra, uno encuentra que son críticos de arte, periodistas que dicen, oh, esto es conmovedor, esto es terrible, Obregón es un gran maestro, es un gran maestro, y no dejan de ser como palabras, porque finalmente la obra de Obregón es restrictiva, elitista, está de alguna manera clausurada para la mirada de la ciudadanía.

Entonces, una de las cuestiones claves para ver esto, lo voy a plantear como de la manera más sencilla que pueda, es que si bien el arte, la literatura, el cine, permiten construir otros relatos, otras formas de mirar o de narrar, que van en contravía de lo periódico, de la profusión de la información, si bien tienen la posibilidad de hacer eso, esa potencia, su impotencia al mismo tiempo es lo restrictivo, los pequeños públicos, pequeños públicos de lectores, pequeños públicos de arte, pequeños públicos de teatro.

Entonces, solo para plantear el problema, muchas veces hay artistas que se asumen a sí mismos como artistas comprometidos, o creadores comprometidos, pero creo que cuando uno se asume como creador comprometido, tiene que pensar no solo en la obra, en la creación, sino también en su alcance, en la audiencia, en los públicos, en la televidencia, en todo esto, y normalmente muchos artistas no lo conciben de esa manera, consideran que la agencia artística pasa por lo creativo,  pero no por la divulgación, la difusión, la recepción, la interpretación, entonces esto es bastante complejo.

Diana Guzmán: Y paradójico, ¿no? Porque si uno piensa, por ejemplo, que la literatura, el arte, el teatro, el cine, tienen en este caso de alguna manera la función, vamos a utilizar un término muy general, de humanizar esos aspectos, digamos, de la historia nacional que han sido tan crueles, pero no llegan a donde deben llegar, pues hay una relación absolutamente paradójica que está atravesada por la exclusión, ¿verdad?

Aunque la historia que estén narrando estas obras tengan como protagonistas al grueso de la población que no tiene acceso a las galerías o a las librerías o al cine.

Elkin Rubiano: Pongamos casos, algo que me interesa a mí de la producción, por ejemplo, en artes visuales y plásticas durante las dos últimas décadas, tiene que ver con que, aunque esto no es novedoso, pero digamos se intensificó, que los artistas visuales y plásticos no trabajan ya en el taller, no trabajan necesariamente en el taller o en el estudio o exclusivamente en el estudio.

Es decir, Obregón hace violencia en su estudio. Eso quiere decir que, por ejemplo, la mujer victimizada que aparece en ese cuadro, pues no es una mujer real. Es alegórica.

Entonces, voy a plantearlo de esta manera. Por ejemplo, cuando los artistas que trabajan en el estudio o tradicionalmente trabajaron en el estudio en Colombia, cuando hablaban o suponían que habían víctimas y victimarios, por ejemplo, la noción de víctima siempre era una noción lejana. Muy ajena. Ajena, eso. Y cuando es ajena, toda la riqueza que hay desde el punto de vista técnico y artístico de los grabadores colombianos en la década del 50 y el 60, que se interesa mucho por los desollados, pues no tienen ningún problema en llegar a un preciosismo formal con respecto a la masacre o el desollamiento.

No hay problema. Y yo creo que prácticamente no hay problema precisamente porque esa víctima no tiene biografía, no tiene rostro, no tiene nombre, sino es alegórica. Lo que ha cambiado de manera profusa es que los artistas o los documentalistas, pero en el caso de los artistas visuales y plásticos, empezaron a trabajar en territorio con víctimas, sobrevivientes y perpetradores de hechos atroces.

Y eso, según yo hago la indagación, empieza a ocurrir aproximadamente desde el 2005. Y ocurre desde el 2005, una hipótesis creo que comprobada en el libro que tú acabas de señalar, es que eso fue posible por una de las últimas experiencias de justicia transicional en Colombia, la ley de justicia y paz entre el gobierno y los paramilitares y otros grupos armados o militantes de grupos armados que quisieran acogerse a la ley de justicia y paz.

Y de alguna manera, en todo ese contexto de justicia y paz, a los territorios llegaron con seguridad ONGs, investigadores académicos, funcionarios del Estado y artistas.

Entonces a partir de 2005 hubo como una especie de pacificación de esos territorios.

Diana Guzmán: O sea, lo que digamos podríamos resumir un poco de lo que has dicho es que este proceso de justicia transicional y de todo lo que decantaría el proceso de paz, de alguna manera acerca a los artistas y a las artistas a hablar y a participar en los escenarios en donde aquello de lo que van a hablar ocurre.

O sea, ahí hay un proceso de acercamiento y de diálogo humano que tal vez antes no había.

Elkin Rubiano: No había porque so pena de muerte.

Diana Guzmán: Claro, era imposible.

Elkin Rubiano: Imposible, salvo Alfredo Molano que tenía ya una red y tenía derecho o protección para entrar. Se lo había ganado. Se lo ganó con 40 años de trabajo. Entonces los Alfredos Molano, muchos investigadores que habían trabajado tradicionalmente en el territorio eran los que podían hacer crónica e investigación. Pero es decir, a partir de una larga historia de trabajo en el territorio.

Diana Guzmán: Elkin y ¿qué opinión te merece, hablando un poco de esas narraciones del reconocimiento de la voz de aquellos que han sufrido el conflicto armado, el trabajo que hizo la Comisión de la Verdad?

Elkin Rubiano: Podemos llegar allá porque un poco lo que ha sucedido desde comienzos del 2000, particularmente a partir de 2005, cuando los artistas, investigadores, que no solo de la Comisión de la Verdad sino todo el trabajo que hicieron en campo y los investigadores del Centro Nacional de Memoria Histórica. Porque es una metodología que se replica de alguna manera cuando estuvo Gonzalo Sánchez. Exactamente. ¿Qué es lo que se hizo?

Pues la metodología, los investigadores que van a terrenos sin que los asesinen. ¿Qué es lo que sucede cuando los funcionarios públicos, los investigadores, las ONGs, los artistas van a territorio? Lo que se va a encontrar, y esto va a ser impresionante, es que hoy en día para la mayor parte de nosotros esto ya es evidente. Pero no era evidente antes del 2005-2006, y era la cantidad de víctimas que fueron a las audiencias públicas donde los paramilitares rendían indagatoria.

Ese es un fenómeno de visibilización corporal, gestual, de las víctimas en Colombia, porque entre las mismas víctimas no se conocían. Pero la misma noción de víctima, la ley de víctimas, y que una gran cantidad y millones de personas logren congregarse a partir del dolor, no para quedar en clave al dolor, sino para construir una ciudadanía activa, creo que es muy importante.

Y esa ciudadanía activa terminó también entonces enlazándose con creadores, que es el tema central. Una cosa es tener las víctimas como una alusión lejana, alegórica, metafórica, como la ha trabajado tradicionalmente visualmente el arte.

Y la otra es cuando los artistas van y caminan por el territorio. ¿De quiénes puedo hablar yo? De Juan Manuel Echavarría o documentalistas muy conocidos como Jesús Abad Colorado. ¿Cuál es el método de trabajo de ellos? Andar. Caminar. No, los andares. Los andares del territorio. Y conocer cuando se anda y se camina con las comunidades, pues lo primero que aparece es la escucha.

A propósito de esta cosa de cómo leer, entonces lo que yo me he percatado, lo que yo me he percatado, por ejemplo, de estos creadores, que aunque el resultado final siempre es visual, creo que lo más importante es lo auditivo.

Es escuchar y escuchar la palabra del otro, el testimonio, porque estamos atravesados por el testimonio.

¿El testimonio qué es? Un texto, un texto oral que hay que escuchar y que hay que interpretar, pero de pronto no juzgar. Entonces cuando muchos perpetradores de Echavarría trabajan con artistas que me parecen un gran logro, su habla está muy liberada porque no está circunscrita a la lógica transaccional de cuánto voy a ganar, pero por ejemplo Yolanda Sierra, que es abogada y trabaja temas de justicia transicional, ha explorado la posibilidad de que obras de arte tengan un peso en estados judiciales.

Interesantísimo. ¿Cómo va eso? No sé, pero se plantea primero desde la Academia, porque hay ahí a composición de actores, territorio, tiempo y lugar. Ahí están narrados y los testimonios que acompañan a sus cuadros, pues están indicando qué fue lo que sucedió, por ejemplo, en un masacre, en una toma guerrillera de un pueblo, de una estación de policía, qué sé yo.

Entonces ahí aparece el tratamiento. Una cosa es, los grabadores que señalé al comienzo que pueden trabajar con preciosismo formal, el desayunamiento, y otra cosa es la fotografía de Jesús Abato Colorado, que conoce el nombre de las personas.

El territorio, el lugar. Conoce el territorio, la biografía, y ha estrechado vínculos con ellos, es el compadre, el padrino.

Entonces cuando usted ya tiene a un sobreviviente, usted no lo va a victimizar.

La iconografía de la víctima, de hecho, se transforma, porque la iconografía de la víctima pasada siempre tiene un cuerpo horizontal y derrumbado, es decir, es de derrota. En cambio, hoy en día, cuando aparece una víctima, por ejemplo, en el caso de Jesús Abat Colorado, aparece en el momento de la activación de la ciudadanía. Después de la masacre, claro, hay llanto, pero después del llanto hay que comer y hay que hacer una olla comunitaria. Hay que hacer una olla comunitaria. Entonces, de pronto, Jesús Abad Colorado se concentra en lo que sucede en la olla comunitaria.

Es una manera distinta de leer el conflicto, de interpretarlo y de construir narrativas. Y yo creo que se han construido narrativas distintas durante los últimos 15, 20 años, que de pronto no han llegado a una gran audiencia.

Pero la exposición del testigo de Jesús Abad Colorado y todavía está, todavía está. Es decir, tres años, estaba dispuesta para seis o ocho meses, lleva tres años o tres años y medio.

Y la gente que va allá, porque yo fui en total, calculo 200, 250 estudiantes entre una visita y otra, es muy difícil que un estudiante no salga.

No sólo tocado emocionalmente, no sólo tocado afectivamente, sino que ese toque de afección va acompañado de un momento reflexivo.

Reflexión recurrente en estudiantes que viven en Bogotá. Si esto sucedió allí en Cundinamarca, porque yo nunca me di cuenta. Y eso es como un choque. Es como un choque. Y yo creo que esos choques son muy importantes. Pero esos choques están siempre en relación con la construcción de una audiencia y un público que ojalá tiene que ser amplio.

De modo que los lenguajes también tienen que transformarse.

Diana Guzmán: Y el lugar de, digamos, del artista como mediador, ya no solamente como genio que transforma de manera casi que transhumana un hecho humano, sino como mediador que dialoga con quienes viven ese hecho. Y muchas veces el mismo artista también ha sido víctima, digamos, del conflicto armado.

A mí me surge una pregunta alrededor de un texto teatral que también tuvo un impacto bastante grande. Claro, en Colombia el público teatral es muy reducido porque los costos son considerables para un país en donde usted va a teatro o come.

Pero estaba pensando en el Labio de Liebre del Grupo Petra, de Fabio Rubiano específicamente, que también generó, por decirlo de alguna manera, un ruido muy interesante alrededor de la idea del victimario, entre comillas, como un ser que tiene una cantidad de cualidades en el sentido amplio del término, una cantidad de características humanas, ¿no?

Pero que además tiene miedo de reconocer a sus víctimas que se aparecen de modo espectral, que me generó un poco de conflicto el asunto, pero que se aparecen de modo espectral en su exilio, entre comillas, obligado, voluntario y conveniente.

¿Tú qué consideras, por ejemplo, en el caso del teatro en Colombia, que siempre ha sido un escenario de muchísimas expresiones artísticas muy poderosas y muy combativas, digámoslo?

¿Qué piensas tú del Labio de Liebre, por ejemplo?

Elkin Rubiano: Yo creo que también con labio de liebre hay un cambio en la dramaturgia de la violencia en Colombia, un cambio de la dramaturgia, porque en la literatura, en la pintura, en la dramaturgia y en el cine, en distintos grados el conflicto en Colombia se ha construido a partir de buenos y malos, de víctimas y victimarios. Esa es una visión binaria del conflicto.

Y esa visión binaria es errada, binaria y antagónica. Está errada. No, básicamente porque uno no puede construir la subjetividad de alguien como victimario y no más. Sencillo, mira, el caso es muy sencillo. Cuando hoy parte de la ciudadanía le dice a los guerrilleros desmovilizados y que hacen parte de la sociedad civil y lo sigan llamando guerrilleros, como hoy le dicen al presidente de Colombia, un tipo por allá guerrillero, que es una gran infamia, que es que construyó usted esa subjetividad, esa manera.

Pero eso es sustancializar una identidad. Porque al que usted, digamos como ciudadano, le dice violador de niños, asesino, seguramente a los 12 años fue llevado contra su voluntad a un grupo armado.

Por supuesto. A eso se le llama zonas grises. Y normalmente la literatura, normalmente, digo, a distintos grados, ha gustado el antagonismo de víctima a victimario.

Eso es algo que se suspende en Labio de liebre, por ejemplo. Yo creo que hay muchos logros. Primero, porque dramaturgicamente, y es algo también que se libera hasta ahora y leyendo algunas entrevistas de Fabio Rubiano, es que a él no le interesa moralizar. No, ni enseñar. Sin embargo, hay mucho teatro moralizante y mucha literatura moralizante.

Entonces, no le interesa moralizar, sino le interesa al elemento dramatúrgico. ¿Qué sucede en el elemento dramatúrgico? Una cosa muy interesante es que allí no hay víctimas y victimarios.

Hay unas zonas grises y hay dramaturgicamente un momento en el que se intercambian zapatos.

Diana Guzmán: Y hay encuentros humanos.

Elkin Rubiano: Y el intercambio de zapatos es como que las que habíamos identificado como víctimas asumen la posición de victimarios en algún momento. Y ese cambio, hacerle justicia al enemigo, creo que aparece allí.

Eso es una cosa. Lo otro, en quitarle toda la dimensión melodramática al evento atroz. ¿Cómo le quita el elemento melodramático?

Porque una cuestión es sensibilizar y otra cosa es ser sensiblero. Y lo que es sensiblero desde el punto de vista literario, cinematográfico y artístico creo que es desacertado.

Entonces, hay algo que la manera de liberar el melodrama de esto es mediante lo cómico. Y finalmente termina siendo una obra circense.

Entonces, es circense. Ellos son payasos. Yo siempre los veo como payasos. No solo porque uno se ríe, sino la puesta en escena. Y hay algunas personas que no lo soportan. Está bien, ¿no? ¿Cómo me voy a reír de que a alguien le decapitaron la cabeza?

Entonces, ahí hay unos logros. Explorar las zonas grises, hacer reír sobre la tragedia y no llorar, que es lo que hace, por ejemplo, la vida es bella.

Dicen que la mejor película del holocausto es La Vida es Bella. Convirtió lo cómico en trágico. Yo creo que algo parecido sucede con Labio de Liebre. Y creo que son las cosas que toca explorar, ¿no?

Liberarse de los antagonismos del bien y del mal, hacerle justicia al enemigo y reconocer que en algún momento puede ser víctima y construir relatos, narrativas e imágenes que superen la reiteración de la violencia mediante los odios heredados y explorar, que es lo que yo exploro en mi libro, la idea de los dolores heredados.

Diana Guzmán: Ajá. Pero entonces estaba también ya para ir cerrando esta conversación que creo que merecería una segunda parte. En el cine yo últimamente he visto películas muy interesantes como Salvador. Es una película colombiana sobre la toma del Palacio de Justicia, pero la toma es tangencial, pero es sobre las desapariciones, pero también la humanidad que se va corrompiendo por el miedo. No es un guerrillero ni es, digamos, un soldado, pero es un hombre cruel.

Y está también Los Reyes del Mundo de Laura Mora. Y creo que también el cine está dando un giro muy interesante y que tiene que ver con la construcción o por lo menos con la enunciación de una memoria que va a incomodar al lector. O sea, como tú lo has dicho, el lector está acostumbrado porque ve telenovelas, a que hay buenos y hay malos.

Y estas narrativas tanto del arte, del cine, del teatro, de la literatura, por ejemplo, con Daniel Ferreira, que también es un autor que rompe esa idea binaria, debe incomodarse, ¿no?

Entonces yo quisiera que tú nos ayudaras, digamos, a completar esta idea de cómo este lector y este receptor tiene que incomodarse.

Ya no puede ser un lector que esté sentado esperando que le digan todo y que esté sentado hablando del bien y el mal, oscuro, claro, sagrado, profano, ¿no? Sino que necesita incomodarse, necesita removerse.

Elkin Rubiano: Los Reyes del Mundo, es muy interesante porque Los Reyes del Mundo además está en Netflix.

Yo, por casualidad, hace 15 días vi una cadena de textos en Facebook que comentaba la película. Y para sorpresa mía, porque uno vive en un círculo restrictivo que siempre es provincia, ¿no? La provincia de la academia. Por ejemplo, eso, uno puede hacer análisis de audiencia en redes sociales. Me encantó la cadena, pero para comprender ese otro tipo de interpretación. Decían, pero si esos son ñeros.

Esa es una gran parte de la recepción, ¿sí? Porque alguien compartía el post diciendo, una gran película colombiana, yo no, pero qué gran película colombiana va a ser? Mostraron ñeros, unos gamines, bazuqueros. Si decían eso yo, uy, hay una gran audiencia que o ha visto la película en Netflix o ha visto el cartel y el solo cartel decía, ¿cómo van a decir que una película es maravillosa cuando los que están montados ahí en ese tráiler son ñeros?

Eso es lo que toca también pensar. Cuando uno se pregunta qué es necesario ampliar las audiencias, pues las audiencias llegan hasta allá. Y este es un tipo de relato que descoloca lo que uno piensa debe ser la noción de víctima, por ejemplo.

A mí me encanta la película porque estos muchachos casan todo el tiempo, pero siempre están levantados. Siempre están vivos. Son los reyes, ¿no? Hay una escena maravillosa cuando después les han dicho que no tienen la restitución de tierras y entran los tres chicos a un bar y el más pequeñito está sonando una cumbia y coge una cerveza que es de otra persona y se la toma porque lo estaba esperando a él.

Un rey no pide permiso. O cuando salen de la gasolinera y arman... Y arman eso y echan un manifiesto. Ese manifiesto nunca va a estar en la... Esa es la otra manera de criticar.

Pero, por ejemplo, me gusta todas las licencias narrativas que tuvo Laura Mora en hacer cosas que otros directores no se han atrevido en Colombia.

Licencias que para mí no resultan afectadas o forzadas. Como llegar a la montaña a un prostíbulo fantástico donde alguien está tocando un piano desafinado con partitura. ¿Alguien se atreve a hacer eso? Casi nadie sin llegar a la afectación, que era lo que en los 80 y 90 se llamaba cine arte en Colombia, que era cine pésimo.

Esta mujer hizo algo con la naturalidad porque está bien narrado y el flujo de imágenes es coherente y se permite esas licencias muy unidas al surrealismo. Parecen películas de otro mundo y estamos hablando del conflicto y el realista siempre va a decir, pero eso es fantástico. Esa no es la vida de esos muchachos. Pues es que se está narrando. Y lo que me interesa es que allí no se construyó una idea de unos niños victimizados pobrecitos, sino que estos niños son unas chandas también. Y son alegres. Pero tienen derecho a la felicidad y tienen derecho a la destrucción, a la fiesta, a la destrucción y todo eso. Aparece ahí sin moralismo.

Es que liberar la narración y la creación de la moralidad es muy importante. Fabio Rubiano no está moralizando y es común moralizar en teatro cuando se toman esos temas. En cine es fácil moralizar y Víctor Gaviria moraliza. Es el padre de todo esto y es clave como vieron históricamente, pero él moraliza.

Y creo que Laura Mora, que se inscribió a esa tradición nacida por Víctor Gaviria, tiene la capacidad de inscribirse en la tradición, pero construir otras alternativas. Y en eso me parece como fantástico.

¿A qué público llega eso? Potencialmente más de una sala de cine. Está en una plataforma con expansión. Pero en Netflix fue una de las películas más vistas. Eso es importante, ganar esos públicos e ir construyendo otras narrativas.

Que no son las narrativas del entretenimiento tradicional. Entonces creo que por ahí hay mucha exploración y lo que a mí me gusta y me emociona, porque me emociona todo esto, es que se está haciendo.

Diana Guzmán: Así es. Y bueno, ya para ir cerrando agradecerte, pero además dejas muchas posibilidades de reflexión. Nosotros desde las bibliotecas obviamente consideramos que la lectura es importante, pero también la lectura es una práctica de construcción, de incomodidad.

A mí me parece terrible la idea del asistencialismo a las comunidades. Hemos tratado también de cuestionar esas posiciones de que nosotros debemos llevar a las comunidades cuando las comunidades tienen su propia dinámica y que son instituciones en sí mismas. Tienen sus propias normas, reglas y creo que lo que tú nos has hoy puesto sobre la mesa nos lleva también a nosotros y a nosotras como mediadores, coordinadores de biblioteca, personas que trabajamos en el mundo de la cultura escrita a esa necesidad de descolocarnos y de dejar de considerar que somos grandes personajes porque llevamos libros a los barrios.

Eso es una parte muy mínima de todo lo que hay que hacer y creo y me quedo con lo que has dicho sobre la escucha. Aprender a escuchar al otro es para mí la única posibilidad de hacer un trabajo responsable con los otros.

Así que te agradezco mucho por tu presencia que estuvo muy interesante.

Elkin Rubiano: Muchas gracias por los intercambios. Y a propósito de escuchar, es una de las maneras de leer. Leer un gesto, leer un cuerpo, leer un paisaje.

Diana Guzmán: El buen lector es un buen escucha en todo sentido. Así es. Para todos y todas, muchas gracias por acompañarnos en este nuevo episodio del pódcast Big Bang Lector.

Nos vamos a ver pronto con una sorpresa muy interesante para dialogar sobre el 8M. Muchas gracias. Les habló Diana Guzmán, líder de la Escuela de Lectores de BibloRed.

Cierre: Escucha y descarga todos nuestros pódcast y contenido de audio en la sección BibloRed Pódcast, en www.biblored.gov.co

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Diana Guzmán, líder de la Escuela de Lectores, tiene una conversación pedagógica con el invitado donde recuerdan cómo se han narrado varios sucesos que marcaron la violencia en el país, desde los libros, el cine, las pinturas y el teatro.

Dentro de este episodio se recomiendan obras de autores que dedicaron su vida a contar la memoria histórica de Colombia: uno de ellos es Alfredo Molano, sociólogo y escritor de libros como Cartas a Antonia, Trochas y fusiles, Aguas arriba, Ahí les dejo esos fierros, Años de tropel, entre otros que puedes encontrar en el catálogo de BibloRed.

Asimismo, en la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá encuentras el libro La violencia en Colombia, según Fernando Botero, editado por el profesor Elkin Rubiano.

BibloRed Pódcast te trae una recomendación para ti

Escucha la historia de la cantautora Isabel Ramírez La Muchacha, quien cuenta su postura política y visión de país en este episodio de Big Bang Lector, disponible en Spotify, Google Podcast, Apple Podcast y www.biblored.gov.co

Toni Morrison: escritura de belleza y resistencia

Toni Morrison: escritura de belleza y resistencia

Viernes, Febrero 17, 2023 - 17:17
En 1993 la escritora estadounidense recibió el Premio Nobel de Literatura. Sigue siendo hasta el momento la única mujer afro en recibir esta distinción. Su obra es una reflexión sobre el racismo, la violencia, el odio y el amor

Por Sergio Alzate

De niña, Chloe Ardelia Wofford se reunía con sus hermanos alrededor de su abuela para escucharla hablar. Embelesados, los pequeños se perdían entre los relatos de los negros esclavos en Estados Unidos, las gestas por su dignidad, las leyendas y los mitos de personajes que luchaban contra los amos blancos, las pícaras historias folclóricas y las desgarradoras cicatrices que el racismo estructural dejó en cada cuerpo moreno, oscuro, negro, africano. 

Y allí ella, Chloe, que no se llamaría así por mucho tiempo. Ella: escuchando todo con la misma pasión con la que años más tarde leería a Lev Tolstói y a Jane Austen. Ella: heredando sin saber y sin querer toda una historia de violencias, vejaciones, torturas, humillaciones y muertes, pero también de amor, amistad, resistencia y orgullo. Ella: absorbiendo las palabras de su abuela hasta guardarlas en sí como una especie de nuevo órgano, tan vital como el cerebro, el corazón o los pulmones.

Ella: que décadas más tarde sería conocida en todo el mundo como Toni Morrison.

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Foto tomada de la web

Al googlear el nombre Toni Morrison, aparecen millones y millones de resultados. Al abrir los primeros enlaces, que suelen ser resúmenes sobre su biografía, además de una que otra entrevista, se dice casi que sin excepción un dato fundamental: fue la primera mujer afro en ganar el Premio Nobel de Literatura, galardón que obtuvo en 1993.

Sin embargo, este dato es engañoso: decir que fue la primera mujer afro en obtener el premio literario más importante del mundo, es crear implícitamente la imagen de que luego de ella ha habido al menos una segunda. Una sucesora, otra excepción a la regla de los hombres blancos, heterosexuales y occidentales que conforman la mayor parte de los laureados.

Y no es así. Toni Morrison sigue siendo la única en ser galardonada con el Nobel, a pesar de no haber sido ni ser la única mujer negra en escribir.

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Cuando los libros llegaron a la vida de Toni Morrison fue una historia de amor: ella no pudo alejarse más de ellos. Esos artefactos guardianes del relato, no se diferenciaban demasiado de las palabras de su abuela. Eran memoria viva, la historia en pleno presente, el pasado volviendo una y otra vez como las olas de un mar de tinta que lamía las arenas de la cotidianidad.

Así, Morrison estudió Filología inglesa en la Universidad Howard de Washington y, más tarde, se doctoró en Literatura inglesa en la Universidad Cornell de Nueva York. Y a pesar de la imagen idílica de los años cincuenta, del esplendor estadounidense que consolidaba en el imaginario mundial el sueño americano (comedias televisivas, pastel de manzana, familias de padres rubios e hijos rubios y labradores de ojos juguetones y lenguas sonrosadas), lo cierto es que para ella y el resto de afroamericanos la vida era distinta.

Ella, que provenía de una familia obrera que es casi lo mismo que decir pobre, no la tenía fácil al igual que el resto de personas afroamericanas. La historia no hablaba de ella ni de quienes eran como ella. La abolición de la esclavitud en Estados Unidos todavía podía contarse en décadas y si sus secuelas aún siguen sintiéndose en pleno 2023, en la década del cincuenta eran una herida abierta cual flor monstruosa del rojo más espantoso. El mundo estaba hecho para los blancos, en muchos casos descendientes directos de los otrora amos que comerciaban con los africanos traídos a la fuerza al continente americano. 

Y allí, en el fondo de las lecturas, de los libros, de la literatura, los relatos de su abuela: el horror y la belleza, el terror y el orgullo, la sumisión y la rebeldía. Todo eso sedimentando en Toni Morrison que aún las décadas del cincuenta y sesenta era un nombre más en la marea de los negros anónimos de Estados Unidos.

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Ser el primero es tener colgado al cuello el peso del exotismo en medio de una forzada normalidad. Toni Morrison no solo ha sido la primera y única ganadora afroamericana del Premio Nobel de Literatura, sino que a finales de la década del sesenta fue la primera mujer negra en ser editora de la editorial Random House.

Cargo que tuvo hasta 1983 y a través del cual apostó por la literatura, el pensamiento, la estética, las reflexiones y las visiones de mundo de autores y autoras afro. Gracias a ella y a su olfato editorial, se publicaron durante esos años libros de personajes centrales para el pensamiento negro (y universal) como Henry Dumas, Angela Davis, Gayl Jones, Huey P. Newton, Muhammad Ali, Toni Cade Bambara, entre otros.

Antes de publicar su primera novela en 1970 (Ojos azules), Morrison fue una lectora y editora consumada. Antes de inmortalizarse a sí misma, buscó la eternidad para los suyos: herederos también del horror y de la belleza, del dolor y el orgullo, de la muerte y de la vida. 

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Chloe Ardelia Wofford nació el 18 de febrero de 1931 en Lorain, un condado de Ohio. Su padre era un trabajador de la industria del acero y su madre, ama de casa. Tuvo tres hermanos más, con quienes creció entre una pobreza modesta y con quienes escuchó las historias de su abuela.

Y a los doce años renació de nuevo, porque cambiar de nombre es un poco eso: enterrar una identidad para darle espacio a otra, que tiene tu mismo rostro, tu mismo cuerpo, tus mismos huesos y tu misma sangre, pero que al final ya no eres tú porque algo cambió para siempre: ninguna boca volverá a pronunciar tu nombre como antes, la lengua debe aprender a torcerse de otra forma para producir un nuevo sonido. Así, y tras bautizarse como católica, adoptó el nombre de Chloe Anthony. 

Luego, se casaría y tomaría el apellido de su esposo. De este modo, la boca y la lengua tuvieron que aprender otras formas de nombrarla: Chloe Anthony Morrison. Y tras el divorcio, ella mantuvo el apellido del padre de sus dos hijos. 

Y en 1970 al publicar Ojos azules, su primera novela, nació su nombre definitivo, por el cual sería conocida en el mundo entero: Toni Morrison. Toni, por el hipocorístico de su segundo nombre; Morrison, por su apellido de casada.

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Hay cierto mito que de tanto repetirse se ha convertido en una verdad a medias: se tiene la idea de que quienes ganan el Premio Nobel de Literatura tienen obras extensas. En el imaginario, esta distinción solo es para quienes han escrito decenas y decenas de libros. Lo cual confunde el impacto de una obra con la cantidad, para dejar de lado cuestiones como las apuestas estéticas, la reinvención de la forma y el sustrato intelectual que se esconde detrás de todo esto.

Cuando Toni Morrison recibió en 1993 esta distinción, había publicado seis novelas hasta ese momento: Ojos azules (1970), Sula (1973), La canción de Salomón (1977), La isla de los caballeros (1981), Beloved (1987) y Jazz (1992) (los cuales pueden consultarse en el catálogo de BibloRed y en la Biblioteca Digital de Bogotá).

Los críticos y estudiosos de su obra resaltan un desplazamiento importante que se dio en sus libros desde el inicio: mientras la literatura estadounidense estaba preocupada por la vida de las personas blancas, sus dificultades, opresiones y cotidianidades, Morrison desplazó estas vivencias a la periferia (o a lo que se quería considerar como tal). En ella el centro es el ser humano negro que fue arrancado de su continente de origen, trasplantado a la fuerza en nuevo territorio, despojado de su lengua materna, esclavizado, humillado, maltratado y sistémicamente oprimido. 

La otredad que sirvió como base para cimentar a una nación entera (Estados Unidos), necesitada siempre de un relato confrontativo entre un “nosotros” y un “ellos”, pasa a ser el objeto estético, narrativo e intelectual.

Este desplazamiento, por supuesto, no nació con Toni Morrison. Antes de ella, otros y otras ya habían pensado en estas cuestiones. El golpe final se dio cuando la crítica y el público se volcaron de manera masiva a estos libros que confrontaban a una nación entera que creía que su prosperidad de pasteles de manzanas, niños rubios que juegan al baseball y amas de casa con delantales a cuadros rojos y blancos era una bendición de un dios que premia a quienes trabajan duro y se esfuerzan demasiado. Era observar el lado oscuro de un país que no ha sabido qué hacer con su historia incómoda de esclavitud, racismo y violencia. Era mirar a los ojos al amo blanco sin miedo del látigo que laceraba la piel ni a la palabra que antes servía para condenar a muerte. 

Era perder el miedo y vivir y escribir y narrar como tal.***

Luego del Nobel, Morrison siguió escribiendo. Novelas como Paraíso (1997), Amor (2003), Una bendición (2008) y La noche de los niños (2015); reflexiones acerca de la raza como El origen de los otros (2017); y libros infantiles como La gran caja (2000) terminaron de construir el corpus de una obra en la que ella trabajó hasta su muerte el 5 de agosto de 2019.

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En 1993 al recibir el Premio Nobel de Literatura, Toni Morrison leyó su discurso de aceptación. Un alegato a favor de la vida, de la imaginación, de la rebeldía, del amor y del lenguaje como fuego revolucionario. Un fragmento de este encapsula sus luchas y sus obsesiones:

“El lenguaje opresivo hace más que representar la violencia: es violencia. Hace más que representar los límites del conocimiento, lo limita. Sea el oscuro lenguaje de Estado o las tergiversaciones de los insensatos medios; sea el maligno lenguaje de la ley-sin-ética, o aquel designado para el alineamiento de las minorías, escondiendo sus saqueos racistas debajo de un maquillaje literario. Todo esto debe ser rechazado, alterado y expuesto. Es el lenguaje que chupa sangre, que se ajusta la bota fascista con crinolinas de respetabilidad y patriotismo, al tiempo que se mueve implacablemente hacia el último y más oscuro lugar de la mente. Lenguaje sexista, lenguaje racista, lenguaje teísta son todas formas típicas de las políticas de lenguaje del dominio, que no pueden y no permiten nuevos conocimientos ni el encuentro de nuevos intercambios de ideas”.

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