El 10 de septiembre se realizó en La Victoria un conversatorio llamado ‘Desdibujando los mitos de la salud mental a través de los libros’ conoce sus participantes y su charla
La Biblioteca Pública La Victoria ha convertido el tema de la salud mental en uno de sus ejes primordiales. Por eso, en este espacio de lectura se lucha a través de la lectura, la escritura y la oralidad contra los estigmas asociados a las enfermedades de la mente, la búsqueda de ayuda profesional y el ser cuidador o cuidadora de alguna persona neurodivergente.
De este modo, el 10 de septiembre se realizó en La Victoria un conversatorio que giró en torno a estos temas. Llamada ‘Desdibujando los mitos de la salud mental a través de los libros’, esta charla contó con la participación de la poeta Camila Melo, de la periodista Daniela Castillo, de la psiquiatra Tatiana Carvajalino y del escritor Antonio Ortiz, quien moderó el encuentro.
A continuación, se presenta la transcripción de momentos claves de lo que fue un intercambio de experiencias, ideas y, sobre todo, voces de aliento en torno a temas tan complejos como la depresión, la ansiedad, el suicidio y el cuidado de una persona con enfermedades de la mente. Por eso, si necesitas ayuda, recuerda que existen líneas de atención como la 106, la Fundación Sergio Urrego y Porque quiero estar bien. ¡Está bien pedir ayuda!
Antonio Ortiz (AO): quisiera iniciar con una pregunta, que surge desde mi experiencia: mi esposa, por su diagnóstico, suele tener episodios complejos en los que yo no sé qué hacer y digo cosas como “todo estará bien”, “no estés triste”, “vamos a caminar”. ¿Cómo podemos manejar estas situaciones los cuidadores? ¿Qué deben hacer las personas del entorno de un paciente?
Tatiana Carvajalino (TC): realmente la depresión y la ansiedad son enfermedades muy difíciles de manejar e identificar, incluso para el mismo paciente. Entonces, no saber qué hacer es algo muy común. En las crisis, las emociones se salen de control. Y en teoría todas las emociones son normales, pero cuando no se pueden controlar estas se salen de la norma. Con el agravante de que ni el paciente ni la familia piden ayuda.
Así, que en primer lugar se debe buscar ayuda para todas las personas involucradas con esta situación, es decir, paciente, familia y vínculos cercanos. Porque frases como “no estés triste” o “todo estará bien” lo que hacen es que la persona se sienta peor. Además, lo que se consigue es generar una distancia. Ya que quien está sufriendo verá al otro como alguien que no entiende su dolor. Y tal vez lo más útil que uno puede hacer es acompañar sin juzgar. Decir “acá estoy”, nada más.
AO: con un agravante y es que en este país no vemos esencial la salud mental. Si me duele un diente, voy al odontólogo; si tengo algún problema en los huesos, al ortopedista; si el corazón va mal, al cardiólogo. Pero, si hay emociones desbordadas, no se piensa como algo natural ir al psicólogo o al psiquiatra.
Camila Mello (CM): al hablar del entorno, creo que da miedo ser tildado de “débil”, “inservible” o “loco”. Sobre todo que hay entornos más difíciles que otros. Por ejemplo, el laboral: no sabemos cómo pedir ayuda ni poner límites. Yo escribí un texto antes de tener un episodio de crisis, mientras me negaba a aceptar que estaba teniendo uno. Luego, con la distancia, me di cuenta que estaba demasiado ocupada por querer hacerlo todo bien con mi familia y mi trabajo. Por eso, uno disfraza la salud mental de muchas cosas para evitar establecer límites saludables. Así uno es el mejor trabajador, el mejor hijo, el amigo más sabio, pero la verdad es que uno está en el último lugar de las prioridades para no enfrentar la realidad.
Daniela Castillo (DC): desde mi caso hablo desde el punto de vista del familiar, de quien está cerca. Uno por ayudar, sin querer, puede cometer muchos errores, sea por desconocimiento o por el desespero del mismo amor. Pero hay una palabra clave que creo he aprendido al estar cerca de una persona con depresión: “acompañar”. Sin embargo, llegar a este término es muy difícil, algo de años. Porque no es acompañar por hacerlo, sino preguntarse cuál es la mejor forma de compañía que necesita ese ser querido al que le tiendo la mano. Hay que entender que la depresión o ansiedad la siente esa otra persona, no uno. Uno siente la frustración de no poder ayudar, mas no la de no saber cómo vivir.
AO: tengo dos frases de Virginia Woolf: “me hago y me deshago, diferentes personas sacan diferentes palabras de mí” y “los libros son los espejos del alma”. Muchas veces uno no necesita más que una frase o un libro para sentir que la literatura me da una herramienta, una esperanza, un espacio en el que respirar. ¿Cómo pueden paliar los libros alguna situación de salud mental?
TC: yo creo que los libros, las películas, la música y el arte en general permiten identificar situaciones o actitudes. De este modo, hay una sensibilización sobre el tema y una eliminación progresiva de los tabúes sobre la salud mental. Por ejemplo, el suicidio es una cosa de la que nadie quiere hablar. Las personas que se suicidan pueden ser depresivas, esquizofrénicas o lo que sea. Y cuando alguien se suicida, la sociedad pide un pacto de silencio. Nadie pregunta: ¿Qué pasó? ¿Cómo está la familia? De nuevo, el acompañamiento es muy importante al igual que buscar ayuda profesional. Los expertos en duelo dicen que elaborar el duelo de un suicidio de un familiar es de lo más difícil que hacer. Los padres que pierden así a sus hijos, suelen no poder recuperar sus vidas por culpa, tristeza, ira. Por eso, los libros, las películas, el arte ayudan a que el tema sea más abierto para discutir.
CM: mucho antes de poder asistir a una consulta psiquiátrica, primero estaban los libros. Por eso mismo, felicito mucho la iniciativa que tiene la Biblioteca La Victoria, porque es muy importante generar un vínculo entre la salud mental y la literatura. Creo que uno no sabe cómo hablar de lo que le está pasando, sea por estigmas, por miedos, lo que sea. Por eso, los libros para mí fueron un acompañamiento que no podía conseguir en ningún otro lugar.
La terapia es muy importante, fundamental. Pero llegar a ello no es fácil. Mi primer signo de alerta fue a los diecisiete años, pero no fue sino hasta 2018 cuando traté realmente el tema con un profesional. Es decir, pasó prácticamente la segunda mitad de mi vida para yo entrar a hacer algo. De este modo, la literatura es un escenario en el que no me siento sola, porque sé que no es algo que mi cabeza se está inventando, sino que otros y otras han pasado por lo mismo. Esta es una oportunidad para reunirnos, encontrarnos en lo colectivo y tejer grupos de apoyo.
DC: los libros siempre han sido parte de mi vida y me han permitido conocer formas de tramitar mis emociones. Cuando encuentro un libro con el que me identifico, me maravilla el saber que mis experiencias se interconectan con las de los demás. De este modo, se reduce un poco la soledad de la tristeza. Hay un libro que me marcó mucho que se llama Las muertes chiquitas, porque es muy desgarrador y visceral desde lo personal, lo médico. La autora (Margarita Posada Jaramillo) alude con el título a que con cada crisis, sentía morir un poco. Lloré y sentí mucho este escrito porque me permitió entrar un poco a la situación del familiar que sufre depresión.
AO: a los hombres, en una sociedad tan machista y ultraconservadora como la nuestra, nos enseñaron que no lloramos, que no tenemos sentimientos, que no somos vulnerables, porque todo esto es debilidad. ¿Situaciones como esta, y otras como la laboral, hace que las personas prefieran fingir a sentirse vulnerables?
TC: ayer me llegaron unas estadísticas del año pasado, que dicen que el 81% de los suicidios en Colombia fueron cometidos por hombres, mientras que el restante por mujeres. Las mujeres piden más fácil ayuda que los hombres, sin embargo son ellos quienes cometen más suicidios exitosos. Las mujeres sufrimos más abiertamente, porque culturalmente nos enseñaron. Sin embargo, los hombres aparentan normalidad. Los vemos normales, haciendo sus vidas cotidianas, quizás un poco más irritables, pero no vemos ninguna señal… y luego nos enteramos que se suicidaron. Es injusto, las mujeres tenemos ese permiso social para llorar, quejarnos, decir que nos sentimos débiles. Pero un hombre no, a él la sociedad le quitó esa dimensión de cuajo.
AO: mis libros están basados en historias reales y por eso mismo la mayoría de protagonistas son mujeres: los hombres nunca quieren contar nada, temen ser vulnerables.
CM: el fingir es uno de los temas más difíciles en cuanto a salud mental, porque es finalmente una acumulación de cosas que desembocan en un intento de suicidio. La simulación no dura para siempre y es incontrolable, porque uno jamás sabrá cuándo explotará la presión. Uno puede intentar controlar la cabeza, pero la realidad es mucho más compleja: hay unos asuntos químicos del cerebro que están desbalanceados, y eso no puede controlarse.
La Biblioteca Pública La Victoria es un lugar seguro para todas las personas, incluyendo para toda la población neurodiversa de la ciudad. Recuerda: en este espacio de lectura el proyecto principal es vincular las prácticas de la lectura, la escritura y la oralidad con la prevención y cuidado de la salud mental.
Si quieres conocer más sobre el trabajo en favor de la neurodiversidad que realiza la Biblioteca Pública La Victoria, puedes escuchar este episodio de ‘Experiencias BibloRed’, el cual narra las actividades que realiza el espacio de lectura de manera conjunta con las unidades de salud mental del Hospital Día del Hospital la Victoria.