La obra de Gabriela Mistral, primera latinoamericana en ganar el Premio Nobel de Literatura
Poesía para la vida, uno de los pódcast de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, presenta su segundo episodio donde se analiza la obra de la poeta chilena Gabriela Mistral, primera latinoamericana en ganar el Premio Nobel de Literatura.
- Transcripción
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Créditos
Invitadas: Carolina Dávila, poeta, editora y abogada. Y Angie Buitrago, mediadora de la Biblioteca Itinerante de BibloRed.
Investigación y locución: Juan Afanador, del equipo de programación cultural.
Producción, edición y publicación: David Fernando Rocha, productor de audio y podcaster de BibloRed.
Dirección: Isabel Salas, líder del equipo de comunicaciones de BibloRed, y David Fernando Rocha, productor de audio y podcaster de BibloRed—----------------------------------------------
Cabezote: Este es un podcast de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá, BibloRed.
Bienvenidas y bienvenidos a esta serie podcast, Poesía para la Vida. Aquí creemos que la poesía está más cerca de lo que pensamos y que no tenemos que ser personas expertas para poder disfrutarla. Leer es simplemente poner atención.
Juan Afanador: Bienvenidas y bienvenidos a Poesía para la Vida. Como lo dijimos en el último capítulo, en esta temporada de Poesía para la Vida, vamos a hacer un recorrido más o menos cronológico con idas y venidas, a veces vamos a ir un poco más adelante, a veces vamos a ir un poco más atrás, pero ese recorrido más o menos cronológico nos va a llevar por la poesía escrita por mujeres en el siglo XX en Latinoamérica. Hoy vamos a leer a Gabriela Mistral, que es la primera ganadora del premio Nobel de Literatura en Latinoamérica y es por supuesto y de lejos una de las poetas más reconocidas de la primera mitad del siglo XX en el continente. Recuerden que pueden encontrar los poemas que vamos a leer en la descripción de este episodio. Poesía para la vida está disponible en www.biblored.gov.co, en nuestra sección Biblored Podcast, en Spotify, Google y Apple Podcast, así como en las demás plataformas de audio.
Para leer a Mistral hoy tenemos la alegría de tener a Carolina Dávila y a Angie Buitrago, que es la mediadora de la Biblioteca Itinerante de Biblored, entonces les damos la bienvenida.
Angie Buitrago: Muchas gracias por la invitación. Qué lindo.
Carolina Dávila: Muchas gracias.
Juan Afanador: Qué bueno tenerlas aquí. Pues bueno, la premisa de este podcast es que la poesía puede estar cerca de la vida y por eso pues no hay mejor manera de acercar la poesía como decías tú, ya ahorita que a través de los poemas. Hoy vamos a leer un poema de Gabriela Mistral que se llama La flor del aire de uno de sus libros más reconocidos que es el libro Tala de 1934 y pues esperamos que este poema, que la lectura de este poema nos abre muchos caminos de conversación. Antes de leer el poema vamos a dar un contexto muy rápido para que las personas que nos escuchan conozcan quién es Gabriela Mistral porque si bien lo que nos interesa sobre todo en este espacio es analizar la obra, creemos que también es bueno tener algunas luces sobre el contexto de las escritoras que vamos a leer.
Bueno, como lo dijimos en el capítulo pasado, Mistral fue junto con Alfonsina Storni, que fue de quien hablamos la última vez, y Juana de Ibarbourou, que es a quien leeremos en la próxima ocasión. Ella es una de las poetisas más reconocidas de Latinoamérica, tanto a principios del siglo XX como aún en el presente. Su nombre de nacimiento fue Lucila Godoy Alcayaga y su pseudónimo, que es el nombre que todas y todos conocemos, Gabriela Mistral, proviene, por lo menos en teoría, de dos poetas, que son Gabriel de Anuncio y Frederic Mistral. También hay otras versiones que dicen que de pronto se llama así por el arcángel Gabriel y por la palabra en francés para el viento frío y seco que viene del norte y que llega al mediterráneo francés, que es el Mistral.
Gabriela Mistral escribió una cantidad de textos, escribió ensayos, artículos periodísticos, reflexiones sobre la educación y los derechos humanos, escribió poesía en prosa, publicó cuatro libros de poesía en vida, el primero de ellos es Desolación, que lo publicó 1922 y el último lugar que lo publicó en 1954. Existen además cuatro libros de poesía póstumos
que digamos salieron una vez ella murió. Vamos a mencionar uno que es Poema de Chile que es de 1967 que quedó preparado por Mistral, digamos que fue el único de los póstumos que quedó preparado por ella y que fue publicado con el cuidado y con el trabajo y el acompañamiento editorial de su pareja y su albacea que se llamó Dorisdana. Los otros tres son básicamente recopilaciones de su poesía que han hecho investigadoras e investigadores expertas en la obra de Mistral. Y ahora, sin más preámbulos, vamos a leer La flor del aire.
Carolina Dávila: La flor del aire...
A Consuelo Saleva
Yo la encontré por mi destino,
de pie a mitad de la pradera,
gobernadora del que pase,
del que le hable y que la vea.Y ella me dijo: “Sube al monte.
Yo nunca dejo la pradera,
y me cortas las flores blancas
como nieves, duras y tiernas”.Me subí a la ácida montaña,
busqué las flores donde albean,
entre las rocas existiendo
medio dormidas y despiertas.Cuando bajé, con carga mía,
la hallé a mitad de la pradera,
y la fui cubriendo frenética,
y le di un río de azucenas.Y sin mirarse la blancura,
ella me dijo: “Tú acarrea
ahora solo flores rojas.
Yo no puedo pasar la pradera”.Trepé las peñas con el venado
y busqué flores de demencia,
las que rojean y parecen
que de rojez vivan y mueran.Cuando bajé se las fui dando
con un temblor feliz de ofrenda,
y ella se puso como el agua
que en ciervo herido se ensangrienta.Pero mirándome, sonámbula,
me dijo: “Sube y acarrea
las amarillas, las amarillas.
Yo nunca dejo la pradera”.Subí derecha a la montaña
y me busqué las flores densas,
color de sol y de azafranes,
recién nacidas y ya eternas.Al encontrarla, como siempre,
a la mitad de la pradera,
yo fui cubriéndola, cubriéndola,
y la dejé como las eras.
Y todavía, loca de oro,
me dijo: “Súbete, mi sierva,
y cortarás las sin color,
ni azafranadas ni bermejas.“Las que yo amo por recuerdo
de la Leonora y la Ligeia,
color del sueño y de los sueños.
Yo soy mujer de la pradera”.Subí a la montaña profunda,
ahora negra como Medea,
sin tajada de resplandores,
como una gruta vaga y cierta.Ellas no estaban en las ramas,
ellas no abrían en las piedras
y las corté del aire dulce,
tijereteándolo ligera.Me las corté como si fuese
la cortadora que está ciega.
Corté de un aire y de otro aire,
tomando el aire por mi selva…Cuando bajé de la montaña
y fui buscándome a la reina,
ahora ella caminaba,
ya no era blanca ni violenta.Ella se iba, la sonámbula,
abandonando la pradera,
y yo siguiéndola y siguiéndola
por el pastal y la alameda.Cargada así de tantas flores,
con espaldas y mano aéreas,
siempre cortándolas del aire
y con los aires como siega…Ella delante va sin cara;
ella delante va sin huella,
y yo siguiéndola, siguiéndola,
entre los gajos de la niebla.Con estas flores sin color,
ni blanquecinas ni bermejas,
hasta mi entrega sobre el límite,
hasta que el tiempo se disuelva…Juan Afanador: ¿Qué sienten ustedes que les dice el poema, cómo lo leen en ese nivel?
Carolina Dávila: Para mí, no sé si esto responde en parte a la pregunta, creo que sí, pero creo que la primera relación que yo traté de hacer con el poema era la de el título y ese primer verso, yo la encontré por mi destino, y como que es tratar de entender esa conexión a que se va a referir la flor del aire en el poema, y este primer verso de alguna en esa lectura como que siempre me estuve preguntando es la flor entonces en ese sentido lo material y lo más literal no como de las flores estuvo presente o que más era no como que ese la encontré se iba transformando es una mujer es la poesía es que pero una primera impresión que tuve era esa será una flor o igual es algo como muy material como algo que en la tierra porque además después dice como que no se puede mover o que no se quiere mover a veces tampoco es claro eso.
A partir de ahí digamos yo vi el poema como una presencia femenina que no entendía muy bien que era, que daba ciertas órdenes y alguien, el yo poético, que de alguna forma si uno lo quiere leer literalmente puede decir que es como un viaje o como pero que va la montaña y vuelve, va y recoge estas flores y trata de cumplir como lo que esta persona o este ser le está diciendo. Y los ecos que había acá, también digamos como nombrando a Medea, para mí eran como unos ecos que me resultaron mixto, como mezclados, como que Medea y también está medio enterrado, me recordaba más bien como mitología griega, pero también me parecía que había como una referencia al siervo, por ejemplo, que me parece que es una referencia más católica, la gruta, no sé, como que no podría decir exactamente cuál es mi lectura de este poema como literal, pero siento que me evocó mitología griega, algunas referencias católicas y como esta de cierta búsqueda, pues que está narrada en flores, pero pues que puede ser una metáfora de muchas cosas.
Angie Buitrago: A mí me ocurre algo con la lectura de este poema y es que en efecto sí parto, como tú lo decías, Carolina, de la idea del viaje y del viaje que tiene cuatro retornos. Ese ir y ese volver que claro se materializa con esta recolección de flores, pero en la primera lectura que hago como lectora, como mujer lectora, encuentro que pareciera que quien narra este poema está pasando por una serie de estadíos al punto final que requiere básicamente encontrarse como con ella misma, es la primera lectura que yo hago. Claro, están estas flores que tienen estos colores que son completamente simbólicas y caracteriza muy bellamente el amarillo con el sol, pero también con lo eterno. Pero al final, esa mujer que es la pradera, que arranca con esa estaticidad, pues logra movilizarse. Y ese final, desde mi punto de vista, que tiene la flor, que es la flor del aire, pues es como si le develara a ella algo de sí misma. Esta es como la primera lectura que yo hago de este texto, de este poema, que está escrito además en primera persona, pero no sé quién es, quién me está hablando directamente, ¿sí? Entonces eso me pareció muy bello y podría aportar frente a lo que tú decías esto, esta lectura.
Juan Afanador: Me parece muy bonito lo que dicen porque claro yo planteaba una idea de lectura literal pero con lo que dicen pienso es difícil al final una lectura literal realmente no y muy interesante es el lugar del sujeto al que la voz poética le está riendo rindiendo todas estas homenajes a través de las flores es una pregunta que uno se hace a lo largo del poema que uno se pregunta quién es quién es ese ser les quisiera proponer una segunda dimensión de lectura y es que sienten o que les hace pensar un gesto además que me parece muy interesante y muy moderno que es el pie de página del título donde dice la aventura entre comillas quise llamarla mi aventura con la poesía cierto como si la flor del aire se pudiera llamar también la aventura con la poesía que les hace pensar que su cita, ese epígrafe que me parece un gesto raro, digamos, no muy frecuente.
Carolina Dávila: No soy capaz de decir en este momento si primero encontré por la lectura la conexión, o sea como esta idea de no sé si arte poética pero como esta referencia a la poesía en el poema o si leí el pie de página y eso inspiró esa lectura, como que no sé qué guío qué.
Estoy de acuerdo contigo en que un gesto extraño tal vez para el momento o podría o más bien no tan común pero también me preguntaba si es necesario o sea si qué tanto resta o suma el poema está este querer guiar esa lectura desde el comienzo que quien lee diga ah está hablando de la poesía ah está hablando de cómo se encontró la poesía porque a mí me parece una forma muy bella de decirlo, como una forma además muy humilde y con humilde quiero decir como muy lejana de la idea de el poeta como un ser, como un creador, como un artista, como una imagen un poco más cercana a lo masculino.
Me parece que acá si lo que nos está narrando es su aventura con la poesía, es una aventura como en la que ella sirve a la poesía, ¿no? Como que la poesía es... yo me pregunto si la... si uno podría decir la poesía, el escribir poesía es el cazar estas flores de aire, ¿no? Pero si esta mujer a la que le habla es la diosa de la poesía, no sé, como en el imaginario del poema, cuando esa esa mujer le dice mi sierva lo que está diciendo es yo poético es yo sirvo a la poesía no sé cómo entonces me parece que esa es una relación un poco extraña con el oficio de escribir y me parece que también puede eso dar la clave para leer cada uno de los simbolismos de las flores no como que que el blanco con lo tierno pero también lo duro lo dormido no sé cómo que adquiere una dimensión distinta, simbólica, si pensamos en esa lectura que tiene que ver más como con una especie de, yo no sé si es un arte poético o si es como un encuentro con la poesía, como una narración del cómo se encontró con la poesía.
Y en ese punto una cosita final que también me parece como súper relevante en términos de construir una especie de poética, como toda esta relación femenina que atraviesa el poema, es esta mujer, el yo poético es también femenino, bueno, las flores que son como una referencia también como súper femenina, pero las referencias directas de estos personajes de Leonora, de Ligeia y de Medea, como que todo está muy construido en esa clave.
Angie Buitrago: Eso está muy bonito, yo estoy de acuerdo, ese ser femenino está constantemente en este poema. ¿Qué pasa? Cuando yo leí esto, pues en primera instancia me sitúa una primera interpretación y sin duda voy a pensar que va a ser el encuentro con ese ser poético que está presente en ella, pero también pareciera que la ve desde afuera, entonces en algún momento, y seguramente por la estructura en la que está escrito el poema, pensaba a esta caminante que observa de momento desde afuera a ese otro yo que la está complementando al decir como esta es la poesía, sí, pero también me pasó leyendo el poema y seguramente revisando uno de los, algunos otros de los poemas que ella escribe y es como la relación con esa cotidianidad rural que tiene Gabriela Mistral, entonces la lógica de que sea la montaña, de la pradera, de esos colores, me hace pensar mucho también en su, en su ser como maestra en su ser rural.
Entonces, no estoy categorizando a Gabriela Mistral solamente desde un lugar de mujer poeta, de mujer con una grandiosa sensibilidad, sino a su vez como que sea propia de esos elementos que encuentra en su entorno para nutrir su poesía. Y eso me parece muy agradable.
Juan Afanador: Me gustaría que en esta siguiente ronda de conversación conversáramos un poco acerca de la dedicatoria porque el poema tiene una dedicatoria Consuelo Salewa que fue una de las secretarias, las que se conocen digamos oficialmente como las secretarías de Gabriel Amistral que eran personas que le ayudaban con distintas labores tanto literarias como del trabajo de cuidado cotidiano y que con el tiempo se ha venido revaluando esa idea y se ha empezado a plantear que realmente con varias de ellas, ella tuvo relaciones sentimentales, en particular con Consuelo Saleva, parece haber suficientes
como referencias en las cartas que nos permitirían suponer que ella fue una de sus parejas sentimentales, entonces hay quien ha leído este poema también como un poema de amor y me parece interesante esa lectura y les quería preguntar si ustedes creen que esa lectura cabe, si de pronto les parece forzada, si de pronto incluso podríamos hablar un poquito sobre la función de las dedicatorias en la poesía, como qué función pueden cumplir y qué niveles de significado le pueden agregar a un poema.
Angie Buitrago: Mira que, claro, haciendo la lectura desde el amor que cambia en alguna medida la metáfora que ya habíamos instaurado con la primera lectura pues lo que empecé a hacer fue transformar justamente la idea de esa mujer que se denomina que es la pradera y en algún momento decía bueno si lo leo en pro de esta visión tal vez el poema sea una invitación a mar y a quién me refiero con esto y ustedes me dirán también qué opinan y es que esta mujer de la pradera tiene unos lentes se encuentra ahí solicita unas ofrendas que sin duda llevan porque está el viaje que retorna pero posteriormente y lo dice textualmente se desprende de la pradera y al final logra movilizarse esa mujer de la pradera que empieza quieta y después se moviliza pero a mí ahí me surge una pregunta y es esa mujer aparece sin cara y aparece sin huella entonces llevándolo a esta interpretación el tipo también contextual pensaría es acaso esa identidad sexual que no puedo expresar no porque socialmente sea aceptada sino porque no puede enunciarla desde mi yo y por tanto mi rostro no aparece y mi interpretación no sé si tenga lugar pero podemos ir al lugar porque la encontré finalmente leyendo.
Carolina Dávila: A mí la verdad se me hace muy difícil leer el texto como enclave de poema de amor porque yo siento que la relación que hay entre estos dos seres es una relación como de una especie de asimetría no solamente como de poder en tanto una parece que es como un ser sobrenatural o como una diosa o como alguien que en todo caso está en capacidad, bueno acá dice como gobernadora de todo lo que pasa ahí y la otra sierva que ese puede ser también el tema de muchos poemas de amor pero acá no me parece como puesto en ese contexto y yo más bien traté de leer la dedicatoria como pensando en que era la secretaria probablemente muy cercana, o pareja, en todo caso una relación íntima en torno a la poesía, pensaba que puede ser una dedicatoria por esa misma razón, como porque es una persona que está tan cerca del oficio, que tal vez conoce tanto como escribe, que tal vez ha estado tanto en ese proceso de escritura, que es la persona a la que puede ir dirigida el poema que precisamente habla de ese encuentro con la escritura.
Entonces, como que yo preferí leerlo por ese lado, como las dedicatorias al final no tienen que ser dedicatorias de amor, las dedicatorias son muy misteriosas y muchas veces tienen que ver incluso con situaciones como super personales que no tienen que ver ni siquiera con lo poético, sino yo que sé, con alguna historia de la vida personal entre el poeta o la poeta de la persona a la que va dedicada el poema. Entonces para mí fue más eso, como era una persona que fue importante o que era importante para la historia que se está contando en el poema, si es una historia lo que se está contando, o para este poema en particular que me parece que habla de esa iniciación en la poesía.
Juan Afanador: Interesante, me parece muy chévere porque siento que, digamos, siempre los poemas le dan a uno como todas esas capas de lectura posibles, eso es lo que me parece tan misterioso y lindo de la poesía. Y como decía Angie, uno puede leer esa idea de la falta de identidad como una realidad que vivió, una realidad biográfica que vivió Mistral en la dificultad de poder decir públicamente a quien quería. Es una posible lectura. Pero también muy bonita esta posibilidad de que también hay un encuentro afectivo, digamos, relevante entre las personas que se encuentran en la lectura o en la literatura, como que la dedicatoria puede ir en ese sentido, como decías tú, Caro, me parece muy chévere. Bueno, ya se nos acabó el tiempo, entonces quisiera preguntarles muy brevemente si hay algo que quisieran decir sobre el poema y les faltó, y que lo dijéramos muy rápidamente antes de finalizar.
Angie Buitrago: Gracias Juan. No, pues es que finalmente creo que eso es la poesía y es que permite tener varios lentes para empezar a leerla y sin duda el contexto de Gabriela Mistral es un acontecimiento también. Toda la lucha que hay alrededor de las mujeres, todo su trabajo alrededor de la idea de la educación pública me parece fantástica seguramente en algún otro momento. Con más tiempo podríamos hablar también de estos contextos que se relacionan mucho, también desde la biblioteca, desde el hecho de escribir, pero del hecho también de poder plasmar alrededor de la palabra, pues el conocimiento que me parece impresionante. Gracias Juan por la invitación y gracias Carolina.
Carolina Dávila: Sí, gracias Juan. Yo realmente no tengo mucho más que decir que se me haya quedado, solo que ahora estaba volviendo a esas dos estrofas finales, porque cuando Angie dijo lo de esto justo que tú también resaltaste Juan de que va adelante sin cara y sin huella, me parece que es igual como super misterioso, como que admite muchas interpretaciones, muchas lecturas, que cambia incluso esta idea, como cuando dice, con estas flores sin color, que es como una flor, como que en ese contexto también lo sentí como triste si uno lo va a leer, como un poema tal vez de amor o de desamor, no sé, como que justo aquí al final estoy conectando con esto que dijo Angie, que me parece como muy poderoso. y muchas gracias porque me encantó el ejercicio de leer un poema así como a profundidad y desde simplemente como el sentarme yo sola con el poema y ver todo lo que el poema tenía ahí para dar entonces muy chévere gracias.
Juan Afanador: Bueno pues a ustedes muchas gracias ojalá nos veamos pronto en otro capítulo porque hay muchas muchas maravillas en la poesía latinoamericana que escrito las mujeres a lo largo del siglo XX y para quienes nos escuchan pues la invitación queda abierta para que en el catálogo de BibloRed busquen toda la poesía que tenemos disponible de Gabriela Mistral y que pues exploren a profundidad esta poeta que cada vez nos sigue maravillando desde el siglo XXI con todas las posibles relecturas y lecturas que le podemos hacer a gracias.
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Juan Afanador, del equipo de programación cultural de BibloRed, charla sobre el legado literario de Gabriela Mistral con Carolina Dávila, poeta, editora y abogada; y Angie Buitrago, mediadora de la Biblioteca Itinerante de BibloRed. Ellos te contarán detalles de la vida de la escritora chilena y harán un ejercicio de mediación de lectura de uno de sus poemas más conocidos: La Flor del aire, que podrás leer en la transcripción de este episodio.
Si quieres conocer más sobre la vida y obra de la poeta chilena, puedes encontrar en el catálogo de BibloRed libros como 'De Chile al mundo: 70 años de, Premio Nobel de Gabriela Mistral’ o 'Mistral para niños y niñas... y otros seres curiosos', entre otros títulos.
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